Pedro Antonio Sánchez ha descartado colocar una tercera urna autonómica el 26J, coincidiendo con las elecciones generales, no ha sido por falta de ganas, sino sencilla y llanamente porque no le salen las cuentas. Agotada la legislatura más corta de la democracia, la que pasará a la Historia como «entre todos la mataron (unos más que otros) y ella sola se murió», resultaba tentador aprovechar la repetición de los comicios para deshacerse de un socio molesto y volátil, Ciudadanos, e intentar conquistar el cielo de la mayoría absoluta. Un cielo que antes de las anteriores elecciones autonómicas estaba sólo a un diputado de distancia y ahora, con el cambio de la Ley Electoral de la Región, se encuentra a años luz.

Nada habría deseado más PAS que, en estos últimos meses, las encuestas le hubieran sido favorables para adelantar también las elecciones en la Región. Una opción que fue tomando cuerpo y barajó insistentemente a medida que fracasaba en Madrid la política de pactos. Da igual que los alcaldes de Archena, Lorca o Yecla hubieran tenido que elegir entre seguir en la Asamblea o en sus municipios; que con la limitación de mandatos introducida por Garre, sólo hubiera podido ser investido una vez más y ejercer la presidencia sólo hasta el 2020. Todo esto, Pedro Antonio Sánchez lo hubiera sacrificado por conseguir una mayoría absoluta que en el incierto panorama político actual lo hubiera catapultado a las más altas cimas de su partido a escala nacional.

Pero los números son tozudos y las encuestas lo han disuadido una y otra vez. Con la reducción de cinco circunscripciones a una (en esto la oposición fue sagaz), la posibilidad de obtener los 23 diputados que le permitirían gobernar sin ataduras es hoy por hoy una empresa fuera de su alcance.

No es, por lo tanto, el hecho de que «la Región y el Gobierno estén funcionando y trabajando bien» lo que ha impulsado al actual presidente regional a no convocar nuevas elecciones, como él mismo se encargó de trasladar al periodista de La Opinión David Gómez. Ni la Región está funcionando como debería ni el Gobierno trabajando como sería deseable. A no ser que por trabajar bien se entienda hacer oposición a la oposición, que es a lo que se ha dedicado estos últimos meses el Ejecutivo de PAS en la Asamblea; o que si algunas iniciativas interesantes han podido ver la luz, con comisiones de investigación incluidas, hayan sido las impulsadas por los grupos PSOE, Podemos y Ciudadanos.

Aconseja el refrán no hacer mudanza en tiempos de tormenta, y ese es el cuento que se ha aplicado el presidente de la Comunidad. Hay también antecedentes sonados que lo desaconsejan: el suicidio político de Mas en Cataluña tras su empecinamiento en adelantar comicios en sendas ocasiones, y el fracaso relativo de Susana Díaz en Andalucía, donde pasó de conjugar el verbo gobernar con IU a tener que hacerlo con Ciudadanos. La tercera urna en los colegios electorales hubiera sido además motivo de triple cabreo para una ciudanía soliviantada por tanta irresponsabilidad política y hastiada de tanta componenda partidista en detrimento de los intereses generales.

Tampoco ayuda a emprender aventuras arriesgadas, todo hay que decirlo, la situación procesal en que se encuentra el caso Auditorio, en el que con toda probabilidad será imputado Pedro Antonio Sánchez. Una imputación que en caso de saltar en periodo electoral sería mortal de necesidad para el aspirante y para su partido.

«Virgencica, que me quede como estoy», aunque sea batallando (en lugar de contra los ´ingleses´) contra los ´elementos´€ de la Asamblea. Es la conclusión a la que ha llegado, no por falta de ambición política, sino para que el remedio no sea peor que la enfermedad, el actual presidente regional.

No habrá, por lo tanto, tercera urna junto a las del Congreso y del Senado. Y de ese tercer trago nos libraremos los murcianos.