¿No están cansados de recibir malas noticias, ya sea a través de los medios, de familiares, de amigos, de conocidos? ¿No les cuesta seguir adelante un día cualquiera siendo conocedores de desgracias ajenas, lejanas o cercanas? Yo sí. Quiero solo buenas noticias, las necesito. Y ayer me estrené en ello, porque saber que tu familia tendrá un nuevo miembro es maravilloso. Pero más maravilloso es ver la cara de felicidad de esas dos personas que decidieron unir sus vidas y crear una nueva. O las de quienes les queremos, porque, visto lo visto, ayer parecía que decenas de personas fuéramos un poco ellos. Y, ¿qué quieren que les diga? Esta ventana que me brindan cada quince días sirve para opinar sobre tal o cual actitud política; tal o cual situación en el mundo o, simplemente, compartir alguna que otra experiencia. Pero, si además, tengo el privilegio de gritar a los cuatro vientos momentos de felicidad, pues, oigan, se aprovecha. Así que, por favor, más buenas noticias que te alegren el corazón y que te den fuerzas para seguir en esta vida que a veces se hace cuesta arriba. Y sí, ¡voy a ser tía!