Nunca conviene hablar de más delante de desconocidos. En la tienda, un señor me cuenta que fue policía de tráfico en Francia durante treinta y tantos años. Hijo de padres españoles, en casa hablaba castellano y en la calle, francés. Un día, tras cometer una pequeña infracción, detuvo en la carretera a un Volvo ocupado por un matrimonio español. Mientras les pedía la documentación en francés, la señora le dijo a su marido: «Este hijo de puta nos va a dar la mañana». El gendarme, en un perfecto castellano, les informó que al importe de la multa por la infracción le sumaba 400 francos por insultos a la autoridad.