Vivimos en la cultura de la imagen, tanto la exterior como la interior. Vivimos en la cultura del narcisismo, siempre nos consideramos apuestos y siempre consideramos que nuestras acciones son acertadas y realizadas desde motivaciones muy positivas. Nos consideramos guapos, buenos e inteligentes. Nada de autocrítica, nada de pensar que nosotros, en los conflictos, también somos responsables de los fracasos, los otros son culpables. Este narcisismo se da también la vida pública; de hecho, te pillan de lleno por corrupción y no se reconoce, tenemos la conciencia tranquila. Este narcisismo se da también en la familia, entre los vecinos, en definitiva, en cualquier ámbito, hasta en el clero se da esto. El mejor remedio contra este narcisismo cultural es reconocer nuestras carencias, equivocaciones y las cosas que hacemos mal a conciencia.