Días pasados Joan Manuel Serrat afirmaba en una entrevista que «hemos fracasado como especie» por culpa de la corrupción y del egoísmo imperante. Aunque parece una afirmación excesivamente categórica, lleva razón. La corrupción está muy extendida por el mundo, pero en España ya llegan a olvidársenos la mayoría de los casos al estar inundados los tribunales de causas en las que están involucrados políticos, pero también muchas personas de la sociedad civil. Y esto se produce por el profundo egoísmo que se ha adueñado del comportamiento de demasiados, un egoísmo que se detecta en la búsqueda de paraísos fiscales para defraudar, en no reclamar facturas para ahorrarse el IVA, en hacer uso del cargo público para lucrarse, en no declarar ingresos procedentes de otros países para no pagar a Hacienda. Es utilizar el engaño para salir beneficiado en detrimento de los demás. Y luego muchos de ellos se cargan de razón para exigir prestaciones sociales a las que son incapaces de contribuir. Evidentemente, no son tiempos de generosidad. No sé si hemos fracasado como especie, pero sí estamos fracasando como sociedad sana y honesta.