La experiencia democrática en España da cuenta de que gobernar (los unos y los otros) es cosa de cuatro o cinco problemas capitales, y para éstos caben no más de dos o tres soluciones posibles (visto el asunto desde la izquierda y la derecha al mismo tiempo). La gobernación es como un sistema de ecuaciones de diez o doce incógnitas que con buena mano se puede resolver. Si dejamos el fracking, la nuclear, el aborto en supuestos, la eutanasia y algunos aspectos necesariamente públicos de la Economía, al tiempo que respetamos nuestra cultura cristiana, el amor al orden y el respeto ideológico de unos y otros (dentro de nuestro sistema actual) sería fácil que casi todos fuéramos amigos y en vez de odiarnos políticamente disentiríamos en sana armonía como buenos hermanos (como, siempre propone el cura de aquí al lado).