Salir de tu zona de confort. Despedirte de tu familia y amigos. Hacer las maletas. Coger un avión. Llegar a una nueva ciudad con miedo. Entrar en tu nueva casa: una cama, un sofá, una nevera y una tele. Comenzar una aventura laboral lejos de la rutina de los últimos años. Experimentar nuevas sensaciones. Pasarlo mal. Pasarlo bien. Pasarlo muy mal. Caer. Levantarte. Caer. Levantarte. Sonreír. Llorar. Ganas de tirar la toalla. Querer luchar. Conocer a gente nueva. Participar de raras costumbres y tradiciones. En definitiva, empezar una nueva vida. Pero, para esto hay que ser valiente. Saber cuándo es el momento y, si no llega, crear ese momento. Quien no arriesga, no gana y todos esos refranes que nos encanta leer y escuchar, pero que nos cuesta tanto pronunciar. Ganas de escapar. Ganas de experimentar. Ganas de conocer y ganas de sentir. Todo esto en un cóctel que mover con energías y ganas, pero con tal tembleque en el cuerpo que, al final, hace que te levantes, desayunes tu café, vayas a tu puesto de trabajo e intentes sonreír a la vida mientras sueñas con salir de tu zona de confort o como quieran llamarlo.