Yo, para mí, me, conmigo. El mundo que vivimos parece querer abocarnos a una exagerada ocupación y preocupación por nosotros mismos a nivel, más que personal, individualista. Disfrutar y consumir conforman las vías de ese frenético tren que gira y gira alrededor de un ego que ciega y aísla. La paradoja es que en una sociedad hipercomunicada, la soledad amenaza con extenderse hasta límites no deseados. Mientras, la vida sigue el curso de la historia con protagonistas de toda clase y condición. Como la decisión es personal, vale la pena salir de nosotros mismos y descubrir a los demás, gente conocida o no, cercana o lejana. Personas que nunca están de más porque cada una de ellas ocupa en el mundo un lugar que nadie puede remplazar. Somos seres sociables por naturaleza y nuestra vida se llena de sentido cuando la vivimos en relación con los demás. Eso no quita tener espacios de una soledad enriquecida de manera consecuente con las necesidades, aptitudes y aficiones de cada cual. Los demás son la familia, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, paisanos, conocidos y desconocidos de esta aldea global que constantemente nos está interpelando con las mil vicisitudes que entretejen las encrucijadas de todos los caminos que paradójicamente no siempre llevan a alguna parte. El drama de los refugiados puede que nos pille lejos pero podría hacerlo cerca. ¿Y si fuésemos nosotros los protagonistas de ese forzado éxodo?... Sin patria, sin casa, sin trabajo, sin nuestras cosas. Con innumerables dificultades, sin tener a dónde ir, con temor e incomprensiones por doquier, siendo víctimas del recelo de algunos y el abuso y atropello de otros. Con enfermedades, limitaciones y carencias a cuestas. Los demás, ellos, nosotros. Situaciones desbordadas por el terror y horror de la guerra y por un cúmulo incomprensible de dejaciones, incoherencia e incompetencia, de quiénes podían gestionar lo que parece ya una misión imposible. Los demás y nosotros. Nosotros y el cuidado de los demás. No vale cerrar los ojos ni mirar hacia otra parte. Son muchas las cosas que nos superan pero muchos pocos suman. Nada más y nada menos que haciendo cada uno lo que tenemos que hacer en nuestro espacio vital, ayudaremos a mejorar la situación de los demás porque estaremos atentos y al tanto de sus necesidades y nuestras posibilidades para ponerlas a su servicio en lo que cada situación demande. Los demás necesitan más de nosotros y nosotros, necesitamos ser para los demás. ¿Qué más da?... Dar más.