Si antes del día 25 no habéis sido capaces de dibujar finalmente un Gobierno de cambio en este país, un Gobierno que acabe con la endémica corrupción de la derecha, los ricos y los banqueros, que no mantenga la impunidad fiscal a través de las amnistías, que no mienta diariamente sobre asuntos que tienen relación con los rescates que pagamos nosotros, si no sois capaces, iréis a nuevas elecciones, pero no estaréis en mejores condiciones que ahora mismo, al menos no con mi voto. Y luego no decidme que la culpa fue mía, nuestra, de los que no os votamos, porque ya lo hicimos y no sirvió para nada, si es que no le dais solución antes del día 25 de este mes.

No con mi voto más teatro, más engaños, más pobreza, peor educación y deficiente sanidad. No con mi voto más recortes y menos presidio para los defraudadores; no con mi voto reuniones vanas, mala educación, insultos y oscuras traiciones de 'varones' del tres al cuarto, muchachos que parecen viejos conquistadores de las ideas más calientes de aquellas dictaduras obscenas; no con mi voto más democracia sin pan.

Habéis tenido más de cuatro meses de mi paciencia, de mis ilusiones, de una esperanza nuestra, la de los gobernados por una pandilla de golfos, más parecidos a un sindicato mafioso que a una gobernanza de aquel país que ya tuvo a sus mejores oradores en aquella dignidad de una República destrozada por el maldito golpismo hispano, herencia de Pavía, de la monarquía 'gracias a Dios', y de los tricornios. Porque habéis tenido tiempo vosotros, la llama izquierda, frente a ese centro (punto invisible de la circunferencia y de la política rimbombante de los poderosos sin nombre) y esa derecha con paraíso fiscal, mucho tiempo para echar a estos desalmados, empezando por el gobernante más inepto de este país dividido (las dos Españas), el capo Rajoy, el olvidadizo, por fimosis mental extendida entre los políticos menos afortunados en habilidades sociales de la comunicación.

No con mi voto, nuevamente. Y no me digáis que así perderemos las elecciones porque ellos sí que van a votar todos. Y no aconsejadme que aunque sea la última vez y tapándome las narices para no oler vuestros olores de mentirosos, de incapaces. Sí, sí, os lo digo a todos, absolutamente a todos, a los que voté y a los que no, a esta izquierda insidiosa y absurda en sus disquisiciones colectivas y en sus enfrentamientos personales. No con mi voto a ningún partido de izquierdas que me haga esperar otra vez en unas elecciones que repetirán el resultado y ellos seguirán gobernando su propia vergüenza de corrupción. No. Y no con mi voto, con nuestro voto, la pasarela que une España con los paraísos fiscales, al intelectual serio con el peruano de las revistas del corazón, a los pequeños y medianos empresarios con los que usan a niños de países pobres para mano de obra barata. El tiempo se acaba, vosotros veréis si es así como queréis empezar otra nueva campaña de promesas sin objetivo, de mentiras sin fin, de insultos, de comicidad esperpéntica, de razones sin fondo y sofismas baratos, o si queréis volver ya a la unidad, al cambio, que esperábamos. Pero si no sois capaces hasta el día 25 (la nueva fecha que se os da para el acuerdo) podría suceder que la abstención os haga un daño irremediable, el mismo que ahora nos hacéis a nosotros con vuestra incapacidad de atender nuestra queja desde aquel voto que os dimos un 22 de diciembre, cuando aún creíamos en vosotros y eran tiempos de cambio. Pero otra vez no, no con nuestro voto.