Recuerdo que de pequeño se nos enseñaba en determinados ámbitos, fuera de lo institucional, que teníamos la obligación de dejar o por lo menos intentar dejar este mundo un poco mejor de lo que nos lo hemos encontrado. Se nos insistía en la importancia de construir una sociedad justa y en colaborar a mantener armonía y sintonía con el medio ambiente. Se luchaba contra el franquismo por las libertades, y no se pedía permiso a nadie para manifestarse, se desobedecía en aras de vertebrar un nuevo país donde la democracia, los derechos tuvieran un papel fundamental. Se gritaba libertad, justicia, libertad a los presos, la separación Estado-Iglesia€ Quien no defendía esto, era del régimen. El pueblo gritaba libertad y justicia y recorría todos los rincones de nuestro país.

Estas actitudes y comportamientos eran valorados y reconocidos; hoy en día a estas actitudes, valores, comportamientos y forma de pensar se les llama populismo. Hoy se les llamaría, a todas esas personas que lucharon contra el franquismo por la libertad, populistas sin ningún tipo de empacho y con todo el descaro del mundo. Somos herederos de estos populistas que hicieron posible la democracia y muchos derechos que hoy ya no existen porque hemos renunciado a ser populistas ¡Qué tristeza! Desde aquí un reconocimiento a vosotros, los populistas que me permitieron poder estudiar, tener sanidad y derechos sociales y laborales, porque lucharon por ello.

Recuerdo una reunión de curas en que se estaba hablando de los pobres y del compartir, donde había una actitud de autocrítica por nuestras indiferencias, complicidades y lujos. Eran otros tiempos sin duda alguna, hasta que el administrador de la diócesis en una actitud antipopulista dijo con mucho enfado: «El evangelio es el evangelio, pero el dinero es el dinero».

¿Quién iba a decir hace veinte años que el soñar, defender ideales y utopías sería populismo? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Recuerdo en una conferencia sobre la situación social, decir a un sindicalista que había que dejarse de utopías, que no se trataba de buscar alternativas al capitalismo, si no de cambiar el modelo productivo. Se olvidan que el capitalismo por sí mismo es malo, se basa en el máximo beneficio de unos cuantos, excluyendo al resto de la ciudadanía; el capitalismo elimina los derechos laborales y persigue a los que trabajan por conseguir un trabajo digno, estable y seguro.

Se nos dice ahora, como valor y un valor aceptado, que tenemos que ser sensatos, centrados, moderados, razonables. Aceptar la destrucción de la vida humana y el planeta ¿es ser razonable, sensato y centrado? Provocar guerras para destruir países con la única finalidad de conseguir petróleo y los gaseoductos ¿es ser razonable, sensato y centrado? Aceptar la corrupción como un mal tolerable ¿es ser razonable, sensato y centrado? Ir cada uno a lo suyo y proclamar ´sálvese quien pueda´ ¿es ser razonable, sensato y centrado? Por cierto, al final del proceso de desmovilización social no se salva nadie. Intentar aliviar el sufrimiento humano ¿es ser populista, demagogo, radical y antisistema? Querer un mundo en paz y que nos dejen en paz ¿es ser populista, demagogo, radical y antisistema? Luchar por erradicar la pobreza, el hambre, las enfermedades curables, la falta de agua ¿es ser populista, demagogo, radical y antisistema? Comprometerse con los Derechos Humanos ¿es ser populista, demagogo, radical y antisistema? Querer una mejor democracia, donde la libertad, la justicia y la fraternidad sean ejes fundamentales ¿es ser populista, demagogo, radical y antisistema? Me gustaría ser en mi vida cada día más populista.

Nos han educado en el pragmatismo, en el utilitarismo, en el materialismo, en asumir que la vida son dos días y que todo está atado y muy bien atado, parece que sólo nos queda darle al ´me gusta´ en el Facebook o las campañas de solidaridad on line. No es cierto, nos queda mucho por hacer; que hemos retrocedido socialmente, es verdad, pero no debe ser una derrota, que suponga arrojar la toalla, no hay que rendirse, pues tenemos horizonte y mucho por caminar. La esperanza sigue abierta y no lo afirmo por afirmar.

Populismo viene de pueblo, no la despreciemos, no caigamos en esa trampa. La palabra pueblo hay que escribirla y sentirla en mayúscula, porque la gente, toda la gente, de nuestros pueblos, con sus barrios, estamos llamados a tener tres derechos básicos y esenciales; el derecho a la felicidad, el derecho al amor y el derecho a tener una vida digna en plenitud. El pueblo, los pueblos, nuestros pueblos estamos convocados a la esperanza y a la fraternidad, a ser protagonista de nuestras vidas, a poner nuestro grano de arena por construir un mundo mejor. Como pueblo es nuestro derecho y obligación. Somos del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. No hay futuro si no construimos una sociedad donde cada persona tenga su sitio, porque nadie sobra, y los barrios sean esos lugares de encuentro, de solidaridad y de amistad. Y, estos son nuestros retos, que los convertimos en compromisos de vida.

Nos dicen que soñar es ser populista, que no merece la pena soñar, que aceptemos la pesadilla de la realidad y que nos conformemos con las migajas que nos dejan y que nos peleemos por ellas. ¿Somos un poco populistas? ¿Soñamos un momento? Vamos allá, amigos y compañeros populistas, radicales y antisistema.

Hubo una día que soñé que me levantaba y salía a la calle y todo era distinto ¿Qué había pasado? Me dirigí a una persona y le pregunté dónde estaba; me contestó, extrañado, que en el país de las palabras. Le dije que llevaba la letra ´s´ y me contestó que era la palabra sonrisa, que significa la sonrisa de los niños que quieren que se acallen las bombas, los llantos y la destrucción. Me encontré otra persona que llevaba la letra ´t´ y me dijo que era la palabra ternura, que significa el cariño inmenso que necesitamos las personas para vivir con alegría. Seguí caminando y me encontré otra persona que llevaba la letra ´l´jo que era la palabra libertad, que era muy hermoso ser libre, vivir sin amenazas, y que la libertad de una persona se termina cuando empieza la libertad de otra Seguí caminando y me encontré una persona con la letra ´f´ y me dijo que era la palabra fraternidad, que todos los seres humanos estamos convocados a ser compañeros de camino en la vida, amigos en la existencia y que formamos toda la humanidad una gran familia€Podéis seguir añadiendo las letras que queráis y completando este texto populista.

No dejemos de soñar, porque será señal de que no nos han robado nuestros sueños, nuestras libertades y nos han encerrado dentro de las vallas alambradas de las sumisión, la resignación y de la aceptación de que este mundo no tiene esperanza. Soñemos para que se conviertan en vida. ¿Populista? Sí, soy populista, sigo creyendo en el pueblo, no quiero dejar de soñar, porque dejaré de vivir y de vivir como yo quiero, como me han enseñado otros populistas.