El presidente de Venezuela es una mala bestia aunque sea acertadísima su determinación para que los funcionarios no trabajen los viernes, considerando que consumen más de lo que producen; de esta paradójica manera se enfrenta a la crisis energética, porque, además del desplome del petróleo, no llueve. En apoyo de este zafarrancho yo emprendería acciones más audaces; puestos a ser enérgicos, ordenaría que no den un palo al agua en todo el año, a cambio, por ejemplo, de retirarles las vacaciones. Y que se seque el embalse de Guri, cuya central eléctrica aporta el 63 por ciento de la energía del país, y en el secarral planten luciérnagas. «Licht, mehr Licht!», «¡Luz, más luz!», exclamó Goethe al morir; eso sí que es una paradoja, en un romántico que iluminaría al mundo; pero, en el régimen de Maduro, apaga y vámonos, ¿para qué la luz?