Aunque ciertamente Cristóbal Montoro se parece a Jack Nicholson no es cierto que fuera su doble en películas tan memorables como El Resplandor, El cartero siempre llama dos veces o Mejor imposible. Nadie duda que la mayor parte de sus apariciones dan miedo, con destellos de terror como el ruido de un mensaje de Hacienda a tu móvil, pero en él nada resplandece. Antes al contrario, le ha entrado la vena romántica, consciente quizá de que lo suyo con el resto de la humanidad roza ya lo imposible.

Se ha puesto a escribir cariñosas cartas a las despechadas autonomías. El elegante caballero está desbocado a pesar de tener su casa sin barrer, pues el déficit presupuestario de la Seguridad Social, cuyo control le corresponde, ha doblado su techo previsto, dejando la hucha común tiritando o, lo es que es lo mismo, cada vez más insegura y menos social. Sin que le tiemble la mano ha pedido papel y lápiz, que para eso algo nos queda, y ha puesto el ojo, antes que la bala, en lo que él considera la causa de sus desdichas.

Ha roto directamente con las más rebeldes, Extremadura y Aragón; pero es que al resto les ha mandado la misma carta y hasta ahí podíamos llegar. No es justo, se exclama con razón desde Murcia, que se siente agraviada tras sacrificarse una y otra vez por conseguir el cariño del Gobierno central. Nosotros que tanto hemos hecho por tí, Cristóbal, rasgándonos nuestro Estado de Bienestar para no incomodarte y ahora me vienes con un ´corta y pega´ cuando queremos ser tu favorita. Nos has ido llevando en promesas de una financiación más justa y ahora nos recriminas que sigamos respirando bajo la losa. Ya sé que ahora, cuando tú también estás en funciones „nosotros hace tiempo que vivimos de prestado- quieres reanudar un diálogo sincero para reformar la financiación autonómica; pero quizá ya sea demasiado tarde o es preferible esperar al siguiente cartero, que nos traiga buenas nuevas, que no sólo reproches o buenas palabras.