Acabo de regresar de una escapada a Córdoba. Genial. Qué romántico conseguir hospedarte en una habitación con vistas. Me ha encantado abrir la ventana y ver la Mezquita ahí, con su torre casi al alcance de mi mano. Ha sido como un sueño€, aunque como un sueño interrumpido cada cuarto de hora por el sonido de una campanada (de las gordas); y cada hora (las doce, la una, las dos, las tres€), por el sacristán tirando con ganas de la cuerda€ Ay, el alimentar el alma también tiene sus inconvenientes.