El martes tuve el placer de contemplar el partido de fútbol entre el Atlético de Madrid y el FC Barcelona. Este iba a ser el gran duelo de Cuartos de Final de Champions, y para desgracia de muchos, solo duró 45 minutos. Ya antes de empezar, el ambiente estaba caldeado y se esperaba un partido duro como los que suelen jugar estos dos equipos, pero no creí que pasaría lo que vi después. Imaginaba un partido en el que Messi y compañía estuvieran dominando el partido, y el Atlético de Madrid esperaría el contragolpe para que remataran Griezzman o Torres. Pero lo que de verdad ocurrió es que el árbitro fue la gran estrella. Ni Messi, ni Luis Suárez, ni Neymar, ni Griezzman; el gran actor fue Félix Brych. Este alemán me recordó a una estrella de Hollywood encarnando a un pistolero. El problema es que este pistolero no acertó ni una acción en el partido. Parecía que disparaba con los ojos vendados y sin pensar antes de mostrar una tarjeta. Desde luego que no fue el día de Félix Brych, ni el de sus asistentes, cómplices de tal desastre. Como diría José Mourinho, ¿por qué designaron a este árbitro? ¿Por qué?