Siempre esperamos que el Entierro de la Sardina signifique el final de una etapa de sacrificios personales de los que formamos toda la sociedad. Cuando se la entierra, se inicia una nueva etapa, en la que podemos dar rienda suelta a más alegría y a más gasto. Pero este año entiendo que 'la Sardina' no está bien enterrada o las circunstancias políticas, económicas y sociales no permiten su digno entierro. Desde las elecciones de diciembre, llevamos demasiado tiempo, no solo sin tener estabilidad, sino sin disponer de un Gobierno que gobierne bien, o sea, en el sentido de generar mayor estabilidad, honradez y la mayor riqueza, para que sea posible que todas las personas encuentren trabajo, con lo que se consigue, como retorno, que las personas formen familias, tengan hijos, compren viviendas, tengan ideas, etc., y por tanto, doten de mayor estabilidad a España.Estamos ya en abril, la economía se está deteriorando, el déficit es mayor del que se esperaba, un 25% más. La deuda del Estado supera el billón de euros. Las empresas, asustadas, despiden trabajadores, y otras no colocan nuevos trabajadores hasta conocer las nuevas reglas laborales y fiscales del nuevo Gobierno. Este, unos días parece que será niño, y otros días, niña.

Pero sea lo que sea, todos hablan de incrementar los gastos del Estado, aunque ya uno de cada tres españoles vive del mismo. Mientras, es muy normal encontrar amigos que dicen «yo ya lo compro todo en Amazon», o sea, fuera de España. Y otros dicen que han encontrado en las grandes cadenas de ropa unas prendas muy baratas, o sea, prendas fabricadas en países donde no existe el Estado del Bienestar y sí la 'casi esclavitud', pero también fuera de España.

Me preguntaban el otro día, a raíz de un artículo que escribí sobre el Libre Comercio, que si no estaba de acuerdo. La verdad es que no, mi posible escaso sentido común me dice que hay que defenderse con aranceles, muy sensiblemente medidos, tanto en el terreno político, como en el social. Como todo no es blanco o negro, la política de aranceles tendría que ver con cada caso y con la ayuda que les podamos prestar a países del tercer mundo.Pero si no hacemos algo, un buen ejercicio de reflexión personal y colectivo, para elegir a los mejores gobernantes, para elegir donde compramos, seguiremos preocupados con la corrupción de todos, incluso la de la gente llana que se blinda y se oculta con furgonetas blancas, para que no se vea que no contribuyen a los gastos del resto de los españoles, ni a los suyos propios.

Hagamos algo en la buena dirección para no caer al abismo. Y así, podremos 'enterrar a la sardina' en cuanto podamos.