Al comenzar esta columna he dudado mucho para titularla, después de muchas pruebas me he decidido por la que encabeza el artículo. Voy a intentar aclarar dicho título. Vaya por delante que, hace muchos años, yo era fumador -10, 15 cigarrillos al día- hasta que un día lo dejé. No me molesta que alguien fume junto a mí. En casa unos fuman y otros no y yo, normalmente, compro las cajetillas a mi mujer porque me encanta hablar con los estanqueros; hablamos de todo... del tiempo, literatura, política y, aunque no lo crean, de tabaco y del negocio. En muchas de estas conversaciones comentamos los dibujos y fotografías que aparecen en las cajetillas? dan pavor -se supone que es para disuadir a los fumadores-, amén de la inscripción 'Fumar Mata'.

Es con 'Fumar Mata' donde nace mi primera pregunta y mi primer 'descoloque': ¿No es hipocresía decir que fumar mata y permitir la venta de tabaco? Que me disculpen mis amigos estanqueros, no quiero dejarlos sin trabajo? pero reconoced conmigo que una incongruencia es. También es cierto que todo es según como se haga uso del mismo. Insisto, si el fumar va contra la salud? prohíbase la venta. Eso sí, se marcan los lugares donde se fuma y donde no. Y aquí surge otra cuestión: ¿Por qué se mantiene la venta? Posiblemente porque es un monopolio estatal que se va manteniendo en el tiempo y, aquí está la guinda, Hacienda se embolsa casi un 80% del precio final -siendo un impuesto no finalista-, o sea de una cajetilla de 4 euros el Estado se embolsa sobre 3 euros, el resto para el estanco. Esa es la preocupación por la salud del que fuma y quienes les rodean. Me quiero imaginar que de ese 80% una gran parte pasa automáticamente a Sanidad. Cada Gobierno de turno vigila de la misma forma la salud de sus gobernados.

Pero esta no es la única hipocresía que constato. Amable lector, le pongo en situación: los distintos comercios -supermercados, hipermercados y todo bicho viviente que vende-, de vez en cuando, hace regalos a sus clientes? aparte del que alguna marca quiera hacer. Regalan langostinos, o cargadores de teléfonos, o crecepelo, o un panecillo o? Cada uno obsequia algo relacionado con la mercancía que normalmente expende. Pregunta fácil: Por 1 euro, ¿qué puede regalar un estanco? Otro paquete de tabaco, muy bien; tic, tac, tic, tac; un mechero, muy bien? El mechero sirve para prender el cigarrillo, lógica aplastante; es raro que lo regale una carnicería o una pescadería. Un estanco es el negocio apropiado. A estas alturas alguien pensará que he perdido la cabeza, la perdí hace tiempo porque no entiendo casi nada. No entiendo que se pueda poner una multa de 12.000 euros por regalar un mechero. O sea, que el estanco vende tabaco pero no puede obsequiar a sus clientes con un encendedor -me imagino que una caja de cerillas, tampoco- para iniciar, junto con el pitillo, el acto de fumar.

Multa de 12.000 euros por regalar un mechero. Suena esto a una voracidad recaudatoria por parte del ministerio de Hacienda. ¡Ojo! Es la sanción mínima; en algunos casos pueden alcanzar los 120.000 euros; pudiendo, en casos extremos, perder la licencia de venta. No sé si la escala de 12.000 a 120.000 euros se establece por número de encendedores regalados: Uno, 12.000 euros; dos, 24.000 euros; así hasta diez, que serían 120.000 euros. ¿Con once mecheros regalados, retiran la licencia de venta? Como no lo sé, me gustaría que alguien me lo explicara, al tiempo que me podría aclarar el por qué de la multa. No me puedo imaginar que se multara a una perfumería por regalar, a una clienta, algodones desmaquillantes.

Las sanciones las impone el Comisionado para el Mercado de Tabaco (CMT), dependiente del ministerio de Hacienda. Este tipo de sanciones se imponen por violar «los principios de neutralidad e igualdad» de la ley, por los cuales «no se podrá realizar, en ningún caso, actividad promocional de labores de tabaco destinada a los expendedores y titulares de autorización de punto de venta con recargo, ni utilizar a éstos o aquellos como vía o instrumento para la entrega de incentivos dirigidos al público». Me lo traduzca alguien. No disponiendo de suficiente plantilla, la CMT forma a guardias civiles para que hagan ellos la labor de vigilancia. Los agentes de la Benemérita van a los estancos para comprobar las posibles infracciones y también acuden a los bares y restaurantes que tienen máquinas expendedoras. Las actas que levantan sirven a la CMT para imponer las sanciones.

Amigos estanqueros, antes de regalar mecheros? preguntad por la profesión del cliente.