Cómo es posible que haya tanta violencia y justificada en el mundo a lo largo de nuestra historia humana cuando todos deseamos la paz y la percibimos como un valor fundamental en la convivencia? Si ninguno queremos la guerra, ¿por qué hay tantas guerras? Os imagináis que en Navidad en un medio de comunicación nos hubieran deseado para este 2016 guerra, maldad y pobreza en vez de paz, bien y prosperidad la que se hubiera liado. Hubieran corrido ríos de tinta criticando este deseo y alguno lo hubiera denunciado en algún juzgado como incitación a la violencia y posiblemente hubiera prosperado la demanda. Vuelvo a preguntar y a preguntarme ¿cómo es posible que ese deseo de paz, tranquilidad y seguridad no sea posible y la violencia, la guerra y el terrorismo sea señas de identidad de nuestro mundo y de nuestra historia?

Todos queremos la paz, la deseamos, nos sentimos muy bien en tiempos de paz y sin conflictos significativos con la gente, entonces ¿por qué este mundo es un mundo de violentos, para violentos donde la paz y la no violencia se perciben como una amenaza? Bill Clinton cuando descendía su popularidad en las encuestas, bombardeaba algún país africano en nombre de la lucha contra el terrorismo y automáticamente subía en la encuestas. Eso pensó Aznar con la guerra en Irak.

Tal vez se dé esta situación porque hay fabricantes y constructores de violencia, de las guerras, del terrorismo, fabricantes de armas, pero también fabricantes de mentes y corazones donde la violencia sea justifica, toda violencia, un bando justificará su violencia, el otro bando justificará su violencia. Unos bombardean y justifican su violencia, otros ponen bombas y las justifican y estos fabricantes y constructores te obligan a tomar partido, justificándola o mirando a otra parte. Nos hacen insensibles y nos crean una conciencia de guerra. En cierta ocasión, intenté comprar un videojuego que fuera cooperativo, no violento, con un tema que motivara a construir y no destruir y, en efecto, fue un intento porque no logré encontrarlo y todos los venderores me decían que era muy difícil encontrar un videojuego con esas características, que todo los videojuegos eran de guerra, de matar y destruir.

Estos fabricantes de la violencia y de la guerra han neutralizado el organismo que tenía que velar por la paz y que no es otro que la ONU, que ha desaparecido de la escena internacional, ahora son las grandes potencias las que intervienen. Es sintomático que las cinco naciones permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU sean las cinco naciones que más armas venden y conflictos bélicos provocan en aras de sus interés económicos y geoestratégicas. Tienen capacidad de veto, lo cual cualquier resolución de condena por parte de este organismo queda neutralizado. Reflejo de esto es que las Naciones Unidas destinan como mucho unos 10.000 millones de dólares anuales a sus actividades, la militarización gasta 1,8 billones de dólares al año. Sin palabras.

Se fabrica la violencia y la guerra porque los poderosos de este mundo se sienten cómodos con esto, porque, además de ser un gran negocio, les permite robar las materias primas, reprimir la lucha por los Derechos Humanos y les garantiza el poder, el dinero y el éxito de una manera permanente. No es de extrañar que una de sus estrategias sea sabotear manifestaciones pacíficas y que están consiguiendo logros sociales importantes para desprestigiar a los movimientos sociales y legitimar su violencia represiva. La violencia para los poderosos es su estado natural, les desconcierta la no violencia, por eso causan tanto dolor y sufrimiento para que la gente reaccione para defenderse y crear una espiral de violencia, donde ellos siempre salen vencedores porque no tienen escrúpulos, son crueles y no tienen remordimientos. Engañan, mienten, manipulan, crean en la opinión pública un estado de miedo que les permita seguir consolidando su poder absoluto y su destructividad sobre la vida. Estamos educados para asumir la guerra y la violencia, para asumir sus guerras y sus violencias y hacerlas nuestras de tal manera que nos convertimos en seres violentos. Se nos educa en la competitividad, estudiamos en los libros de historia los conflictos bélicos desde la visión de los vencedores, los medios de comunicación nos llenan de violencia, se nos divide y se nos fragmenta socialmente para que veamos en el otro un enemigo que hay que combatir, el inmigrante un enemigo, los refugiados son enemigos, los que quieren otro mundo distinto, un mundo más humano, justo y fraterno son enemigos de nuestra prosperidad€ todo esto son mecanismos que construye la violencia.

Estos fabricantes también hacen que lo que es violencia, lo veamos como normal y cotidiano; los desahucios son violencia, el paro es violencia, el trabajo precario y sin derechos con un sueldo de miseria es violencia, los recortes en sanidad, educación y política social es violencia, la Ley Mordaza y la reforma del Código Penal que castigan las protestas sociales es violencia, impedir que entre ayuda humanitaria es violencia, deportar a los refugiados a Turquía es violencia, el hambre en el mundo es violencia, la agresión contra el medio ambiente es violencia, la discriminación contra la mujer es violencia€

Estos fabricantes utilizan palabras para legitimar la destrucción. Se utiliza el nombre de Dios, el nombre de la propia paz, el nombre de la democracia, el nombre de la libertad, si hasta las víctimas civiles ya yo se les llaman así, sino daños colaterales. Todas las guerras tienen el mismo origen y causa: la conquista o dominio de territorios donde haya materias primas o tengan un gran interés geoestratégico por cuestiones militares o económicas, como pueden ser el paso de los gaseoductos.

¿Ante esto que podemos hacer? Hay que partir de la carta fundacional de la UNESCO que afirma: «Puesto que las guerras nacen de la mente de las personas, es en la mente de las personas donde deben erigirse los baluartes de la paz». Tenemos que desmilitariazar y desviolentar nuestra mente con un corazón de bondad, de ternura, compromiso y lucha, sabiendo que el camino de la paz es la propia paz, como afirmó Gandhi y que la paz es fruto de la justicia social, por eso, los paraísos fiscales, las bolsas, las finanzas son las máximas expresiones de la violencia. Tenemos que no caer en la venganza y el odio, que también son un producto de estos fabricantes. Tenemos que preguntarnos el por qué de las cosas y saber, por ejemplo, que el Estado Islámico fue creado y está sustentado por Arabia Saudí con la ayuda de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Siempre decimos que el mundo es así, que el mundo siempre ha sido así, y hay que responder que no, un no rotundo, este mundo lo hemos hecho así. La pregunta que nos podemos hacer es: ¿Yo lo he hecho así con mis actuaciones, con mi indiferencia o complicidad? Si queremos la paz, tenemos que ser nosotros expresión de esa paz y llevarla a todos los ámbitos de la realidad.