Una cuestión que suscita este hecho atroz y, desgraciadamente, habitual es cómo debemos responder ante él. Si te muestras alarmado y exiges más voluntad y mejor organización para combatirlo con eficacia, califican tu actitud como inadecuada, argumentando que eso es precisamente lo que pretenden los asesinos. Parece que lo políticamente correcto es permanecer insensible e indiferente, oír el grave sonido del violoncelo, encender una vela y€ esperar hasta el próximo atentado. Así hasta que ellos decidan dejar de matarnos. Algún desgraciado majadero que detenta alcaldía nos acusa a las víctimas y dice que esto es fruto de nuestros errores históricos; como si los descerebrados yihadistas conocieran la Historia o necesitaran motivos diferentes de su propio odio. Y nosotros, padeciendo a los verdugos y a los alcaldes.