Cada vez que me preguntan por la cantidad de verdaderos amigos que tengo, siempre respondo de la misma manera: Uno, o ninguno. Cierto es que la amistad no la tengo catalogada como algo primordial o magnificada en la manera de enfocar mi vida. Y creo ciertamente que eso es así porque no sé definirla. Cuando pregunto a clientes o a personas conocidas por la amistad, parece que saben de lo que hablan, saben exactamente lo que hay que hacer para ser un buen amigo, presentan las cualidades perfectas para definirse como grandes camaradas, colegas o compañeros de otros. Genial, pues yo no sé de qué va eso.

¿Por qué escribo hoy de amistad? El martes me visitó el ´malagueño´, esa única persona en la que pienso cuando respondo a la pregunta que me refería en la primera frase de este artículo. Nos conocimos haciendo el servicio militar en Cartagena, hace exactamente dieciocho años; y nos hemos visto en esta cantidad de tiempo no más de tres veces. Por teléfono nuestras conversaciones no superan la veintena, y ni tan siquiera hablamos por whatsapp; ya que él tiene el mismo teléfono móvil que llevaba yo hace quince años; y de redes sociales e Internet, nada de nada.

¿Qué es la verdadera amistad para mí? Pudiendo reconocer que no se parecerá a la definición de la mayoría de vosotros, es... el recuerdo. Recordar lo vivido en aquellos meses del 98, recordar el momento en el que me tendió su mano, con aquel aspecto desgarbado y ojos de bondad que hoy mantiene, recordar su nariz aguileña casi infinita, recordar las anécdotas vividas, y sobre todo, recordar mis prejuicios sobre él antes de conocerlo.

La primera tarde, conforme me acercaba a él en la fila, comencé a pensar inmensidad de barbaridades sobre él, todo era pura especulación negativa; su pelo largo, su aspecto desaliñado, su gran altura y mis prejuicios, se enrocaron en unos pensamientos imaginativos que lo pusieron de vuelta y media. Este proceso no duró más de un minuto; se acabó cuando se dio la vuelta y se presentó? me dio una de las mejores lecciones de mi vida, de la cual hoy sigo aprendiendo. No tengo la certeza de saber lo que es la amistad; sin embargo, estoy segurísimo de que él sí se comporta como una verdadera persona, o un verdadero amigo.