Un día de los años 90 llamó a la puerta de mi estudio y se presentó diciendo: «Soy Jesús, hijo de Jesús Hermida y quiero trabajar en Murcia». Desde Bali, en Indonesia, nos llega la noticia de su muerte temprana. Jesús se integró en el equipo de la productora que por entonces trabajaba en el proyecto de la Expo 92, en la serie Descubre Murcia; al tiempo me entrevistaba con su padre. El popular periodista, fallecido en mayo pasado, tenía interés en que su hijo pasara, al menos, una temporada en nuestra región; ellos tenían, desde hace años, una casa en Puerto de Mazarrón. La muerte del cantante y músico Antonio Flores, íntimo amigo del hijo de Jesús Hermida, que había muerto recientemente, le había afectado mucho y querían alejarlo de algunos ambientes de Madrid.

A Murcia llegó acompañado de su novia de entonces, malagueña y presentadora de una televisión local. Formaban una pareja estupenda, muy divertida y buscaban salud, sol, deporte y trabajo. Jesús se había aficionado al surf de manera totalmente apasionada. Lo practicó en la Región, pero viajaba con continuidad a Tarifa donde los vientos soplan absolutamente favorables para la práctica de esta especialidad tan atractiva. Trabajó en Murcia unos meses; en algunos documentales figura su nombre en los créditos.

Era un muchacho frágil, con controles médicos necesarios ya por entonces; muy abierto, amable y cordial. Buen heredero del don de gentes de su padre. Atento. Al poco tiempo regresaron a Andalucía, a Tarifa y, con frecuencia sabía de él, de ellos, porque recibía postales de sus viajes, a la manera tradicional, mostrando amistad y agradecimiento por la acogida murciana. Les perdí la pista.

En un encuentro profesional con Jesús Hermida padre, le pregunté por su hijo. «Está feliz, se casó con una balinesa preciosa y vive en Bali practicando lo que le gusta: el surf». Alguna vez llegué a plantearme ir a verle a Bali, pero no llegó la oportunidad.

Jesús ha sobrevivido solo unos meses a su padre; eso no quiere decir nada y quiere, a su vez, decir mucho. Tengo de él un recuerdo entrañable y afectivo aunque el casi desquiciado trabajo de entonces, no me permitiera disfrutarlo como hubiese sido deseable. Pertenecía a una familia de gran personalidad; su tío materno era el pintor Villaseñor, que también conocí y aprecié en su momento; y la admiración por el maestro Hermida era compartida. Siento su muerte y sus cenizas al viento de los Atlánticos. En Tarifa los surferos le han rendido un homenaje merecido.