Este viernes pasado, en el Museo de San Javier, presenté mi último libro, Educación emocional para todos, publicado por la Editorial LoQueNoExiste. Fue, sin duda, una noche muy especial, mágica, acompañado por mi editora y fundadora de la editorial, Mercedes Pesacador, por el alcalde de San Javier, antiguo alumno y amigo, José Miguel Luengo, y por un centenar de personas muchos de ellos compañeros y amigos que decidieron dedicar unos minutos de sus ajetreadas vidas para estar conmigo en ese día tan especial.

Tras la presentación, durante más de dos horas, estuve firmando ejemplares y charlando con todos los asistentes que se acercaron a la mesa para la firma, y desde esta tribuna quiero hacerles a todos y cada uno de ellos mi público agradecimiento.

En la actualidad, la educación emocional está cobrando mayor importancia tanto socialmente como en el plano educativo. Cada vez, los seres humanos necesitamos más conocimiento y más ayuda para aprender a gestionar nuestras emociones. Eso se debe a que también cada vez el mundo es más complejo. La vida moderna y estresante unida a la irrupción de las nuevas tecnologías como medio de comunicación hacen que la interacción con otras personas nos cause cada vez mayores roces y conflictos. Actualmente, los seres humanos nos enfrentamos a una vida vertiginosa, cargada de actividades, donde apenas tenemos tiempo para dedicarnos a nosotros mismos. Un día es el calco repetido de otro. Sufrimos frustraciones, decepciones, enfados, dolor, estrés, ansiedad, y aprendemos a reprimir todos esos sentimientos hasta que un día todo ello aflora de repente y estallamos.

En cuanto al plano educativo, los menores de hoy en día sufren un enorme abandono emocional y una enorme influencia por parte del entorno. Hay miles de niños que llegan a casa y no hay nadie esperándoles. Son niños criados por la calle, o por la Play Station, o por Whatsapp, o por Youtube. No tienen con quien compartir sus pensamientos, sus miedos, sus emociones. Algunos tienen padres separados con los que se alternan cada fin de semana. Otros tienen dos padres, dos madres y ocho abuelos. Al no existir un equilibrio emocional, los niños no saben gestionar sus sentimientos y se producen frustraciones. Y, en muchos casos, agresividad. Cada vez en edades más tempranas. La falta de normas en casa y en la sociedad, acrecienta este desequilibrio emocional.

Algunas personas consideran que la educación emocional es una moda, un invento. Como he oído en más de una ocasión, sus detractores señalan que antes no había educación emocional y no pasaba nada. Son las mismas personas que decían que antes tampoco se hacía deporte y no pasaba nada. Se equivocan. Se equivocan porque el mundo de hace cincuenta años ya no es el mundo de hoy en día. Ni siquiera el de hace cincuenta minutos. Hoy sabemos científicamente que la parte emocional del cerebro es la que maneja nuestras decisiones. Por ello, nada mejor que invertir en la formación y mejora de aquello que determina nuestras vidas.

Espero que les guste.