Han visto en pleno suelo europeo cómo se hacinan los refugiados de la guerra Siria? ¿Conocen las condiciones en las que intentan cruzar nuestras fronteras los miles de niños que huyen de la guerra? ¿Pueden soportar sus conciencias esas imágenes, esa cobardía, esa inhumanidad de la Gran Europa?

Pido a los alcaldes y alcaldesas de la Región de Murcia que se unan a los cientos de alcaldes que en toda España han retirado la bandera de la UE como protesta por el indigno acuerdo que la Unión está a punto de firmar con Turquía para alejar el problema de los refugiados en suelo europeo.

Pido a Pepe Ballesta, a José López, a Paco Jódar, que nos representen, que sean portavoces de nuestra indignación y nuestra exigencia. Pido a Mari Carmen Moreno, a Joaquín Buendía, a Diego Conesa, a Patricia Fernández, a José Moreno, a Pascual Lucas, a Juana Guardiola, a Domingo Coronado, a Alicia Jiménez, a María Ángeles Túnez, a Eduardo Contreras, a José Miguel Luengo, a María Visitación Martínez, a Juan José Cánovas, a Marcos Ortuño que se unan a las clamorosas voces que dicen no al acuerdo. Pido también al resto de alcaldes murcianos que hagan un gesto de nuestra parte. Temporal, por supuesto, y dispuestos a regresar a bandera de la UE al lugar preminente del Ayuntamiento que le corresponde en cuanto Europa recupere el juicio.

Entiendo que la política, y máxime la que se refiere a la diplomacia y las relaciones exteriores, debe ser con frecuencia prudente y comedida. Pero esto ya no vale con el asunto de los refugiados.

Es tanta la inhumanidad de las medidas que está a punto de adoptar el Consejo Europeo que ya no toca ni usar el lenguaje diplomático ni esconder la cabeza bajo el ala pensando que el problema es responsabilidad de más altas instancias. ¿Han visto las imágenes de las ciudades sirias devastadas por los bombardeos? ¿saben de las ciudades asediadas, de los niños sin comida, de los hospitales sin medicinas, de los incontables muertos y heridos? ¿Piensan que es ese el país al que devolver a las familias que han sufrido lo indecible para llegar a Grecia o Macedonia buscando en nosotros refugio para conservar la mínima vida que su país le niega? ¿Cómo pueden los gobernantes europeos, muchos de ellos diciéndose cristianos, cerrar las puertas de Europa a los necesitados?

Esta no es la Europa del sueño europeo. Esta no es mi Europa. La cobardía no debe estar en el genoma político de la Unión. Ni tampoco debe estarlo el temor a que la crisis de los refugiados anime el ascenso de los partidos xenófobos. Ni mucho menos la inhumanidad y la negación de auxilio.

Europa tiene ahora una oportunidad, que está a punto de perder, de demostrar que no es una reunión de mercachifles y comerciantes, sino una visión colectiva que esté entre lo mejor y lo más sano de la política del mundo.