Se aproxima la triada murciana sin que se observen cambios notables y menos aún sobresalientes. Semana Santa, Fiestas de Primavera y Entierro de la Sardina ya llaman a la puerta cuando como, cada año, asoma la primavera, pero hasta el tiempo, que parecía inmutable, ha tornado. «Cambia, todo cambia», cantaba la recordada Mercedes Sosa en unos tiempos en los que aún se distinguía claramente la derecha de la izquierda. Una época en la que lo más revolucionario no era precisamente apoyar a Alberto Garre. Hoy considerar lógicas las palabras de este hombre pidiendo la retirada del presidente del Gobierno en funciones, pues de alguna forma hay que distinguir su situación actual de su legislatura, te estampa la etiqueta de hereje o, lo que es peor, simpatizante de Podemos. Ríete tú del corrimiento de Lorca en relación a la brecha que establece el pensamiento único. Ni Heráclito, que demostró que todo fluye y todo cambia, hubiera detectado el más mínimo movimiento entre una multitud callada, que sigue al dictado los mensajes de Palacio. Por ello, no es un clamor silencioso el que reclama una renovación de las principales fiestas capitalinas; pero no faltan quienes, por los resquicios de libertad que escapan al inmovilismo, defienden mayor participación real en todas y cada una de ellas.

Las fiestas comienzan instalando las sillas y tribunas, desde donde la mayor parte de la población ve, sentada, pasar los mismos cortejos. No estaría nada mal empezar a recuperar las calles, abrir las celebraciones y propiciar un conocimiento en profundidad de la cultura popular. Implicar a los jóvenes y mayores en torno a nuestras raíces, pero no como si se estuvieran mirando el mismo escaparate de los mismos y por las mismas fechas. Aunque, como dice el también cantautor Ismael Serrano, no están los tiempos para mojarse; hasta el Segura, por Dios y por la legislación medio ambiental aplicada, se ha transformado en navegable. Igual río que el que le sirvió al filósofo griego para asegurar que cada segundo es diferente; por lo que, y eso lo digo yo, no hay que seguir la corriente.

Felices y renovadas fiestas.