Llevado a los extremos, cualquier cosa puede convertirse en un puro chiste por muy en serio que lo queramos vender. Los gestos bienintencionados siempre se agradecen, aunque algunas veces no se entienda muy bien dónde está la bondad y la positividad del mismo. Los semáforos con faldas y el Congreso sin la coletilla ´de-los-diputados´ son gestos que salieron de un estrujamiento neuronal con la intención, seguramente, de halagar a las miles de mujeres que cada día luchamos por dejar atrás las absurdas taras sociales con las que nos tenemos que ver las caras día tras día.

Como le sucede a la gran periodista Marga Jiménez-Fontes, aquí esta mujer que les escribe está bastante cansada de gestos que en verdad sólo quedan bien en los titulares acompañados de coloridas y rosáceas imágenes. Pero no nos aportan nada. Porque ni el cambio de iconos señalizadores del tráfico rodado ni la feminización del lenguaje sobre imitaciones griegas me van a ayudar hoy a que en Recursos Humanos dejen de descartarme del proceso de selección por tener vagina y haberla usado, osada de mí, para reproducirme. Nacer mujer es todavía hoy motivo de discriminación en nuestro país, tan civilizado y tan europeo. Y ser madre, no me cansaré de repetirlo hasta que me lo nieguen con hechos, sólo sirve, empresarialmente hablando, para hundirnos más en el barro.

¿Cuánto dinero se ha gastado el Gobierno regional este año en la celebración del Día de la Mujer (que ya perdió la coletilla de Trabajadora)? Un puñaito nada desdeñable entre publicidad, premios, comidas y regalos, seguro. Un gran gesto por parte de los dirigentes que viven del dinero que sale de nuestros bolsillos hubiera sido destinar esos miles de euros a la creación e impulso de proyectos con los que favorecer la salida de la precariedad de muchísimas mujeres a las que el pasado día ocho nadie subió a ningún escenario y mucho menos el sueldo o la autoestima.

Si busca usted en Google «el mejor gesto en el Día de la Mujer» ¿sabe lo que encontrará? Los tres primeros links: «21 gestos románticos poco frecuentes que harían que cualquier chica se derritiera», «8 gestos caballerosos que derriten a cualquier mujer» y un artículo publicado en un diario nacional sobre el machismo del lenguaje. Yo sí que me derrito, pero de pura desesperación.