No es lo más importante, por mucho que nos digan, el fracaso de Pedro Sánchez intentando formar Gobierno, pero no así la forma con la que ha perdido las votaciones: entre insultos y descalificaciones. Eso sí que es un problema, porque ahora ¿cómo se curan las heridas? ¡Ay! es que ciertas reglas de juego jamás debieran traspasarse.

Mi Pablico le arregló el ego a Pedro Sánchez, despechado por la puesta de cornamenta de éste con Albert Rivera. Y aunque a Pedro le dolió que le llamase 'miserable' entre otros piropos, y que no le votase, lo que de verdad le dolió hasta el alma fue la referencia a la blanca cal del pasado de Felipe González. ¿Y saben por qué? Pues porque ahora Pedro Sánchez ni debe, ni puede, ni lo dejan pactar con Podemos.

Por esa razón ha escenificado su unión indisoluble con Ciudadanos, traspasándo toda la presión mediática y de los votantes al líder de Podemos, con lo que Rajoy sigue gobernando por culpa de mi Pablico.

Rajoy se ha quedado solo, y mira que tuvo la oportunidad de unirse a Ciudadanos y presentar candidatura, pero no lo hizo y ahora tiene lo que sembró: soledad.

Y, claro está, con soledad jamás gobernará y máxime si tal soledad estuvo precedida de un desprecio total al único líder que podía ayudarle, Albert Rivera. La actitud de rechazo al PP por parte de Ciudadanos es totalmente comprensible.

Ciudadanos sabe que después de los apoyos al PSOE está atado a los socialistas sí o sí, y no tiene más futuro que el que le dé la lealtad de Pedro Sánchez, que de momento, es muy fuerte, pero... como decía mi siempre querido amigo Angel Pardo, en política no hay enemigos ni amigos eternos, todo es lo que la situación en ese momento exija.

Pedro Sánchez sabe que solo tiene dos caminos, ser presidente con Podemos y terminar de hundir al PSOE o salir por la puerta de atrás y con su carrera política acabada, dándole paso a Susanita Díaz, en unas nuevas elecciones. Está claro que, ahora mismo, su única apuesta es que mi Pablico se abstenga, pero que no gobierne con él. Tal opción es totalmente descartable desde el punto de vista de Podemos y con toda la razón del mundo. Si mi Pablico ha llegado donde ha llegado, con ideas que se podrán compartir o no, pero con toda la legitimidad, no es para defraudar ahora a sus electores que, equivocados o no, le han dado su voto para que haga lo que está haciendo: ser como es.

Mi Pablico es el más genuino de todos, el que no pone una cara y luego saca otra, que es lo que están haciendo los demás. A él nadie le redacta los discursos, va a pelo y tiene una capacidad intelectual impresionante, ¡menudo pico y garras de halcón!

Dicen que puede ser un horror que gobierne y que menuda se iba a liar, ¡y así puede ser por lo que se ve! pero lo que no se dice es que está en todo su derecho a reclamar la vicepresidencia y los ministerios que quiera, que ¡oye!... él pide y si se lo dan... pues mira, eso que se ha encontrado, que para eso tiene un follón de votos.

El juego democrático tiene estas rarezas, si alguien llega a la hegemonía de la mayoría absoluta se ve investido del espíritu no santo y se pasa por el forro de las entrepiernas todas las iniciativas del resto de partidos, como hizo el PP hasta las elecciones. Pero cuando las diosas urnas reparten la suerte, a quien le toque o el que mejor la use, ese será el más beneficiado.

Si encima a mi Pablico le ofrecen los votos los de IU y una futura alianza en una misma lista si volviesen a celebrarse elecciones, pues qué se le va a hacer... ¡que se vuelvan a convocar! que casi tiene garantizados el centenar de diputados y, por qué no, el encargo del rey de formar Gobierno.

Sólo las tragaderas de Pedro Sánchez y un abrigo de piel de cordero para mi Pablico podrán dar un nuevo Gobierno, pero? aunque el primero sí que traga, al segundo no le gustan las pieles.

Decía el tío Carbonero de las Cuevas de Reyllo, agricultor y opinador político de ronca y sonora voz, influyente en la villa por aquellos años republicanos de 1930, que «la política no tiene entrañas»? y ya ven, 86 años después tal afirmación sigue estando vigente. Así que, ocurra lo que ocurra, no les extrañe nada que todo pueda pasar, incluso lo de nuevas elecciones, aunque mira que me cuesta creerlo, pero...

Por cierto, Rajoy estuvo fenomenal; una lástima que después de su magnífica intervención oratoria no dimitiese dejándole el testigo a Soraya o a Pablo Casado.

El folletín político continua.