¿Tanto le dolió a PAS que le dijeran´ pueblerino´, que mandó de inmediato a su vocero a llamar ´gallina´ a quien se lo dijo? Entre llamar a alguien lo primero e insultar a otro con lo segundo hay, desde luego, un trecho. Pero no en el sentido que muchos piensan. El calificativo es mucho más demoledor que la injuria. Al fin y al cabo, ´gallina´ es un insulto de patio de colegio; ´pueblerino´, un dardo envenenado, de mucha más altura dialéctica. Y permítaseme que en un artículo de opinión introduzca, precisamente, una opinión: un dardo acertado.

Llamar ´pueblerino´ a PAS no es imaginárselo vestido de Fernando Esteso, con boina calada, colilla en la comisura de los labios, chaleco de pana, garrote, y cantando La Ramona. Aunque cada uno pueda dejarse llevar por el río de su imaginación.

´Pueblerino´ le viene como anillo al dedo al jefe del Ejecutivo porque está haciendo de la región una Murcia de «charanga y pandereta, cerrado y sacristía». Sacristía, sí. Ahí está la imagen de todo un presidente pidiéndole a la Fuensanta, mientras se echaba la foto, «trabajo para los murcianos», por no hablar de su connivencia con el que ahora llaman el Cardenal. Aprovechando la debilidad de la izquierda, el PP lleva más de dos décadas señoreando por estas tierras, convertidas en su cortijo. Tanto Valcárcel como PAS, el heredero, han hecho y deshecho a su antojo, han malgastado el dinero público y han convivido, interesadamente, con la corrupción.

En cuanto al insulto ´gallina´, lleva en este caso detrás una carga de profundidad que no convendría despreciar. Recrimina el representante popular a Tovar que no defienda los intereses de la región frente a los manchegos. La ´guerra del agua´ sigue siendo una «arma cargada de futuro», que diría Gabriel Celaya. Para el PP, claro está. Un asidero donde agarrarse cuando el barco se tambalea. A algunos siempre les quedará París, como vimos en Casablanca. PAS y Valcárcel siempre tendrán al alcance de la mano ´el agua para todos´ cuando todo vaya mal.

Basta con que se vislumbre alguna posibilidad de que el PP pueda perder el Gobierno para que saquen del baúl de los recuerdos la pancarta.

El PSRM y el resto de la izquierda murciana han conseguido que cuando se hable de ´agua´, el PP juegue a domicilio. Es el mejor regalo que le han podido hacer en los últimos veinte años. Por razones de sumisión política, los socialistas murcianos renunciaron desde el principio a hablarle de tú a tú a los populares en el tema del agua. El PP pronto vio ese flanco desguarnecido y centró toda su artillería en ocupar ese espacio. El resultado está a la vista. Un PSOE y una izquierda debilitadas en la región que no levantan cabeza. No es éste, evidentemente, el único motivo que explique el estado vegetativo del enfermo. Pero sí uno de los más significativos.

El victimismo hídrico siempre ha sido la tabla de salvación del PP, siempre le ha proporcionado jugosos réditos electorales. Y ahora que se vislumbran elecciones generales, y quién sabe si también autonómicas, no va a ser menos. Da igual que con Cospedal al frente de Castilla-La Mancha y la firma del memorándum del trasvase Tajo-Segura la situación haya empeorado para los agricultores murcianos. Elevar a cuatrocientos hectómetros las reservas del Tajo para autorizar los trasvases puede suponer, de hecho, la ruina de muchos regadíos murcianos en los próximos años. Pase lo que pase, en este fuego cruzado, el PP tiene la sensación de que siempre saldrá victorioso.

A decir verdad, quizá debería haberse preguntado Tovar, antes de llamar ´pueblerino´ a PAS, si no es su desapego del pueblo lo que le ha llevado adonde está. Y a PAS, antes de llamar ´gallina´ al otro, si no ha sido él y su partido quienes más han traicionado, por activa y por pasiva, a la región en materia de agua.