La posibilidad de que se repitan las elecciones planea estos días sobre nuestras cabezas como una pesada espada de Damocles que amenaza con sumergirnos, de nuevo, en la vorágine de una nueva campaña electoral, con sus discursos maniqueos y su publicidad invasora. Y, desde aquí, y estoy segura de que son muchos los españoles que piensan como yo, lanzo un llamamiento a nuestros políticos para que recapaciten sobre si es necesario volver a someter a sus ciudadanos, y a ellos mismos, a una nueva campaña electoral, cuando no hace ni tres meses que nos sometimos al ritual democrático de las elecciones generales y aún tenemos fresco el mensaje transmitido. Los programas no han cambiado, o no serían creíbles, y los personajes que compiten en el tablero electoral siguen siendo los mismos. ¿Por qué entonces deberíamos repetir la campaña electoral? ¿Por qué seguir esquilmando las precarias arcas de los partidos y del propio Estado para inundar de carteles, mítines y cuñas publicitarias con mensajes partidistas la vida de los españoles, que sólo esperan de sus políticos que se sienten a negociar y logren el acuerdo que España se merece?