Soy consciente de que muchos, quizás todos los que lean esta columna, no van a estar de acuerdo con mis pensamientos. A pesar de ello, nadie va a impedir que plasme lo que veo y me transmiten mis vecinos y amigos.

Llevo muchas semanas, incluso meses, tropezándome a diario con manifestaciones, con mareas de personas, clamando por el cambio de nombres de calles y plazas, fundamentalmente, por mor de la ´¿(Des)memoria histórica?´. Personas que han pasado muchas noches en blanco, sin poder conciliar el sueño, por vivir en una calle cuyo nombre le perturbaba€ y gracias a la llegada a los distintos Gobiernos „nacional, autonómicos y local„ de personas doctas que han dado la voz de alarma y se han puesto manos a la obra, podrán descansar en paz.

Muchos con los que he hablado me comentan que no les importan las molestias que pueden ocasionarle en el cambio de numerosos documentos: Documento Nacional de Identidad, carnet de conducir, datos bancarios, tarjetas de crédito, impuestos municipales, suscripciones, servicios varios como: teléfono, luz, agua, gas, televisión, etc. También me confiesan que es la primera preocupación, el cambio de los nombres de las calles, por encima de los servicios sociales, limpieza viaria, asfaltado de calles, control de tráfico, el paro, la corrupción, la decencia de los políticos, futuro Gobierno de la nación€ ¡Lo primero, cambiemos los nombres del callejero, y posteriormente lo demás!

Tampoco les preocupa que luego vengan los de otro signo y las vuelvan a cambiar€ Pienso que hay cuestiones de mayor importancia para acometer, con un plus: la historia no se puede borrar. Presumo que todo esto va a reabrir viejas heridas, en muchos casos, totalmente cauterizadas. Es atizar un rescoldo casi consumido, gratuitamente, ya que esa supuesta ´¿limpieza histórica?´ no será total; me refiero a que los cambios de nombre serán a las calles de los ´otros´, no a las calles de los ´nuestros´.

He preguntado en distintas Administraciones municipales y los colapsos que durante días, meses, incluso años venían produciéndose por parte de los vecinos solicitando los cambios nominales de las vías, van disminuyendo por momentos€ Las distintas plantillas van más relajadas y desahogadas de trabajo.

Nadie puede retirar la historia, manipularla sí, por eso hay que leer, hay que estudiar para no interpretar la historia bajo el sectarismo de esta u otra ideología. Que todos los que están inmersos en esta labor se tienten las ropas y los sentimientos antes de proponer los nuevos nombres, porque igual no son del agrado vecinal e incluso hieren sus sentimientos, y siendo, cosa que no dudo, cabalmente democráticos, tengan que volver a cambiar dicha denominación por el bien de todos. Siento no ver claro toda esta movida y siento no estar a la altura de las mentes pensantes y preclaras. Igual meto la pata al creer que todo esto es una especie de ¿venganza? ¿Cuántos de los precursores de esta tarea saben perfectamente, más allá de lo que le hayan contado, quienes eran los personajes que aparecen en las placas callejeras?

Yo planteo un par de propuestas: La primera es colocar, junto a monumentos, bustos y placas callejeras, unos paneles, fáciles de limpiar, para que todos los que tengan algo en contra o a favor expresen sus ideas, puedan escribir loas e insultos al prócer de turno y, por qué no, colocar unas tarimas donde aquellos que sepan realmente quién fue fulanito o fulanita lo expliquen a los viandantes interesados. La segunda propuesta consiste en borrar los nombres de todas las calles y plazas y, sencillamente, numerarlas€ eso sí, quitando el número 13 o, mejor aún, hacer una consulta al vecindario para que digan qué números no les gustan. Aquí no hay problema, pues infinitas serían las nominaciones.

También quiero hacer, en voz alta, una pregunta que me ronda por el magín: ¿Qué ocurriría si los vecinos de un pueblo se oponen a que se cambie un nombre, se retire un busto o se suprima este o aquel monolito? ¿Se multará a todos los habitantes del mismo? De verdad que me preocupa.

Acabo pensando en voz alta que no hay que cercenar la memoria, no hay que borrar los signos del pasado, por muy crueles que hayan sido.

Hay que aprender de él, correctamente y con honestidad, para no volver a repetirlo.