Medio año después de que diese la vuelta al mundo abriendo periódicos e informativos la imagen de Aylan Kurdi, el niño sirio de 3 años que fue encontrado ahogado en una playa de Turquía cuando huía con su familia de la cruenta guerra en su país hacia Europa, parece que el impacto de la brutal escena, muchas veces repetida desde entonces con otros protagonistas, se ha difuminado. Las instantáneas del drama de los refugiados pasan de largo en nuestras conciencias de Telediario (esas que nos hacen lamentarnos de cara a la galería, pero no nos impiden comer pese a ver las devastadoras consecuencias de las hambrunas en África). Pero no hay que olvidar que, entre la pasividad mundial, el número de muertos en los casi cinco años de guerra civil en Siria se estima ya en más de 370.000, de los que más de cien mil serían menores de edad, según datos del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que no se atreve a cuantificar la cifra real de heridos ni de expatriados. Exijamos a los gobiernos que no olviden a esos 'Aylanes' sin rostro.