Qué mala fama tienen algunos números. Ayer, despaché en el mostrador de mi mecería varios artículos a una señora mayor. Cuando le hice la cuenta, la caja registradora marcó un importe total de trece euros. «¡¡No!! „gritó la mujer, dándome un susto„. ¡No imprimas el tique! Por Dios, véndeme otra cosa, aunque sea unas bragas, que quitemos ese maldito número. No me la juego: Me da miedo que me ocurra alguna desgracia de aquí a mi casa€». Al final, añadiendo el precio de las bragas a la cuenta, 16,20 euros y adiós a la mala suerte.