A menudo escucho quejas de profesionales de la educación, la sanidad e incluso de la administración pública sobre el funcionamiento de sus respectivas áreas de trabajo. Que si es imposible dar los temarios enteros sin que los zagales mueran en el intento, que si los pacientes con determinada dolencia necesitan más tiempo para su visita del establecido, que si haciendo la burocracia de otra forma los ciudadanos podrían ´ahorrarse un viaje´... y yo a todos les pregunto lo mismo: ¿Es que nadie le pide su opinión? Y parece ser que no. Que quien hace las leyes y establece las normas no suele estar al pie del cañón y, por lo tanto, no tiene la más remota idea de por dónde se parte el bacalao. Por eso animo a los gobiernos, a los que están por venir, por quedarse o por irse, que de una u otra forma tengan en cuenta las observaciones de quienes se enfrentan todos los días con los procedimientos que ellos dictan. Unos grupos de discusión, unas encuestas... lo que prefieran, pero, por favor, tengan en cuenta su opinión, que es muy valiosa.