La Iglesia suele aparecer en los medios de comunicación por razones negativas, ya se trate de pronunciamientos doctrinales desfasados o de gestos autoritarios como el cierre de la parroquia de Entrevías, Madrid. Por eso, libros como Sotanas rebeldes son tan necesarios: nos revelan otra forma de ser cristiano, en la que fe y lucha social se hermanan. Su autor, Enrique Berzal, es un investigador especializado en el catolicismo bajo la dictadura. En esta ocasión nos ofrece una síntesis de su tesis doctoral sobre la HOAC de Castilla-León.

Berzal ha manejado una masa de documentación ingente, desde los papeles hoacistas a los informes de los gobernadores civiles pasando por los archivos privados de exmilitantes o los documentos del Partido Comunista. Estos últimos, por cierto, aportan informaciones novedosas como un plan de infiltración en los movimientos obreros cristianos. Tampoco falta el uso inteligente de las fuentes orales, que ayuda a matizar y complementar.

Mientras duró la dictadura, como bien señala el autor, movimientos como HOAC o la JOC fueron islotes de democracia. En un país donde no había libertad de asociación, ambas pusieron a la Iglesia -locales, medios de comunicación- al servicio de la clase obrera. El paraguas eclesiástico supuso una protección no desdeñable contra los furores represivos del régimen.

Entre los grandes aciertos del libro, el hecho de captar a la perfección la evolución de estos cristianos avanzados. No son lo mismo en los años 40, todavía marcados por una mentalidad tradicional, que en los años 60 o principios de los 70, momento de máxima radicalización. Pretendían conquistar a los trabajadores para Cristo pero fue el mundo obrero el que les ganó para su causa. Sea como fuere, parece indudable que su aportación facilitó una transición democrática pacífica. Gracias a ellos, la izquierda, antaño anticlerical, ya no identificaba fe con derecha.

El compromiso de los católicos se plasmó de diferentes formas. Por ejemplo, a través de la militancia en organizaciones sindicales como Comisiones Obreras o USO, esta última de inequívoca inspiración cristiana vía JOC.

También en la celebración del 1 de mayo en las asociaciones de vecinos o fundando cooperativas que garantizaran el acceso a la vivienda de los humildes.

Está clara la empatía del historiador hacia los protagonistas, pero, por suerte, en ningún momento reparte incienso. No oculta, por ejemplo, el dogmatismo revolucionario de algunos. Eran cuatro gatos, pero tenían la razón y a Dios de su lado. Rigor al máximo, pues. Nada que ver con la típica historia eclesiástica, hecha por religiosos menos para averiguar la verdad que a mayor gloria de su institución.

En el último capítulo encontramos la tormentosa relación entre obispos y militantes. Berzal la resume con una potente y rigurosa metáfora: unos y otros parecían dos vehículos que parten del mismo lugar pero se distancian hasta colisionar frontalmente. Con resultados catastróficos para la parte más débil, los movimientos apostólicos, casi desmantelados, víctimas de tretas como el traslado de sus consiliarios más activos. La jerarquía, derrocha irresponsablemente un formidable capital humano.

Un libro que hoy recupera plena actualidad, un estudio serio y documentado que sería buenísimo que fuera leído por quienes están proyectando un anticlericalismo trasnochado y absurdo.

POSDATA: Iglesia y sociedad

La Iglesia no puede ser nunca un fin en sí mismo. Su finalidad siempre ha sido la evangelización. Ciertamente este proceso de vinculación entre la Iglesia y la humanidad ha adquirido a lo largo de la historia distintos rostros y, cabe decirlo, con más de una concreción de dudosa calidad evangélica. Por ello urge siempre la reflexión autocrítica como la que nos ofrece Berzosa, obispo auxiliar de Oviedo, que siempre ha destacado por una gran talla intelectual. En tres grandes capítulos ofrece unas pautas sobre las complejas relaciones Iglesia-comunicad política antes del Vaticano II, a partir de la Gaudium et spes, para aterrizar en la situación actual española. A través de estas páginas transitan temas de actualidad y calado: la laicidad del Estado, el estatuto de las creencias en sociedades plurales, los desafíos de la democracia a la Iglesia, la identidad cristiana en sociedades aconfesionales. Con agudeza y capacidad de sugerencia Berzosa reflexiona sobre el tema del Trono y el Altar. No hace falta insistir en el hecho de que, en nuestros tiempos crispados, libros como este resultan de gran utilidad por su dimensión iluminadora. Contra toda tendencia neoconfesional aboga a favor de la mutua cooperación. Muy en la línea de nuestro profético y evangélico papa Francisco. ¡Que Dios nos lo guarde!