Cuentan que aquel capitán de barco, curtido en cientos de travesías, en situaciones extremas, con el mar encabritado y la nave a la deriva, abría la caja fuerte para leer detenidamente un pequeño manuscrito. Cuando falleció el viejo lobo de mar su segundo de a bordo ocupó su puesto y sólo quiso heredar aquel misterioso papel. «Mirando a proa, estribor está a la derecha y babor a la izquierda, no lo olvides nunca», recogía el manuscrito.

En el actual sistema democrático, la soberanía popular reside el Parlamento o Asamblea, algo que los gobernantes no deberían olvidar nunca. Sin embargo, acostumbrados a sentirse respaldados por mayorías absolutas, con el rodillo como principal herramienta de trabajo, se comportan como capitanes de yate ante un mar encabritado, sin saber dónde queda babor o estribor. La prepotencia les ha atrofiado la capacidad para el diálogo ante una situación de pluralismo político. Los presupuestos regionales para este ejercicio se cierran en la jornada de hoy con el respaldo mayoritario de los representantes de la soberanía, y no son los que le gustaría al Gobierno de Pedro Antonio Sánchez. Aquí confluyen dos factores. Por un lado, la actitud del Gobierno regional, incapaz de negociar previamente la distribución de las partidas con las otras fuerzas políticas y, por otro, la situación económica de las arcas regionales, herencia de una etapa de endeudamiento y despilfarro.

Qué la mayoría de la Asamblea marque las directrices políticas en cuanto a prioridades en el gasto es legítimo. La oposición podía haber sido incluso más tajante, haber tirado para atrás el proyecto presupuestario en lugar de hacer correcciones por la vía de las enmiendas. Una moción de censura encubierta y presupuestos prorrogados, ya que el Estatuto no recoge la posibilidad de presentar presupuestos alternativos. Si al Gobierno regional no le gustan estas enmiendas ni los presupuestos también está en su derecho de actuar en consecuencia y hasta disolver la Asamblea y convocar elecciones.