La Justicia no siempre es justa y más veces de las que debiera es incoherente. Meter a unos titiriteros en la cárcel para soltar a un pederasta confeso es bastante injusto, confuso y preocupante, por no decir aberrante. No vi la obra 'titiritesca' en cuestión, pero dudo que el daño causado a los menores se acerque mínimamente a aquel del que jamás se repondrán los alumnos del monstruo catalán y sus encubridores, que seguro que los tenía. Son estas cosas las que se debieran considerar a la hora de reformar códigos y leyes.

¿Luchar contra el capitalismo con una obra de dudoso gusto es más grave que abusar sexualmente de niños? Como decía Paco León, convertirse en padre o madre es una verdadera faena, pues descubres miedos, sombras y horrores en los que antes ni te parabas a pensar. Por eso, poniéndome en la piel de los progenitores de los pequeños mancillados, los titiriteros me dan hasta risa, por no hablar del manual Contra la democracia que les han sacado del bolsillo. Es más, hasta sería capaz de confesar en público que alguna de las disparatadas ideas que recoge el libro anarquista me gusta, la adoptaría sin cavilar. Y seguro que los padres de los menores abusados tampoco pondrían pegas. Por ejemplo, sueñan los titiriteros con una sociedad «sin cárceles, sin policías, sin jueces... Cada problema que nos surge lo resolvemos nosotros». Aquí el de maristas y sus colegas lo iban a tener crudo, pues sin ley que lo impidiera la marabunta no tendría piedad con ellos. Sí, cuando uno se convierte en madre o padre el raciocinio se le nubla, y hace por el bienestar de sus cachorros cualquier cosa, legal o no. Por eso hay madres que usan tarjetas ajenas para comprar pañales y potitos; otras incumplen el régimen de visitas porque su hija, menor pero no tonta ni insensible, no desea ni quiere ver al padre maltratador que le ha tocado en suerte; otras, cosa grave, llegan a asesinar al violador de su primogénita.

No digo que esté bien saltarse las normas, cualquier ser vivo que se mueve en sociedad está sometida a ellas? lo aclaro para que no me enchironen por enaltecimiento del desorden público. Pero sí que defiendo que la nuestra es una democracia tan necesaria como mejorable, muy pero que muy mejorable. Y eso que por hoy me he dejado en el tintero la corrupción con la que cada día nos obligan a hacer la digestión.