El ´muro´ de Facebook se ha convertido para muchos en la sagrada Biblia. De buena mañana te levantas enfadado con el mundo y decides exponer en él lo que deseas defender contra viento y marea. Hasta aquí -hoy en día- normal. Lo que ya ha empezado a hacerme gracia son aquellos que ´alargan´ la cosa y deciden acompañar su escrito con ´bonitos´ calificativos dirigidos a quienes no opinan como ellos o manifiestan públicamente una postura totalmente opuesta. Pero no se crean que hablo de política, no, no; hablo de temas tan fundamentales para la vida como estar a favor de celebrar San Valentín o no; ver o no Gran Hermano; o si hace mucho calor o no en Murcia. Sí, para todo, repito, para todo, hay discusión e, incluso, pelea dialéctica. No digo que yo sea de esas personas que usa Facebook solo en aquellos momentos en los que no estoy leyendo a Kierkegaard o Nietzsche, evidentemente, no. Confieso que en más de un ´fregao´ me he metido en los mundos de esta red, pero, ¿por qué hay a quienes se les va la vida en esto? ¿Dan algún premio secreto? Por cierto, ahora que repito con el tema Facebook, recuerdo que tenemos pendiente la reunión de amigos virtuales.