Lo del otro día nunca me había ocurrido antes. El pasado domingo, un centenar largo de amigos acudieron para realizar el Paseo Literario por las viejas historias y leyendas de Molina. Pasamos una buena y soleada mañana en la que no faltaron familias enteras, niños en carricoche y hasta gente con su mascota. Pero cuando me encontraba en la Plaza de la Iglesia narrando con apasionamiento el recorrido que hizo el Meteorito y que a punto estuvo de derribar la torre, un joven me tocó por detrás el hombro. «Disculpe „me dijo„. ¿Es usted el cura párroco?». Al ver mi cara de asombro ante su pregunta, se debió de dar cuenta de la metedura de pata e intentó remediarlo. «Perdone „se disculpó„. Es que como he visto que está usted dando un sermón a la gente?». Decidme la verdad: ¿Tengo pinta de sacerdote? ¡Ay, esta incipiente coronilla frailuna que me está saliendo me tiene preocupado?!