Al igual que a finales del XIX la sociedad de la Viena imperial sintió como una afrenta que Gustav Mahler fuera nombrado director de la Ópera vienesa con la insultante edad de 38 años porque se le consideraba excesivamente joven -y luego se le consideró uno de los grandes-, ciento y pico años después, unos dos mil kilómetros en diagonal, en España nos ofendemos porque tipos con rastas, con vaqueros y que no han vestido un traje en su vida, llegan a las instituciones, incluso al Congreso y Senado. De igual manera, habría quien pusiera el grito en el cielo porque un tipo que viste con gorros de lana, pelo por el hombro, camisetas de manga corta sobre otras largas, se hiciera cargo de un hipotético ministerio de Nuevas Tecnologías. Descripción, por cierto, que corresponde con la de Chema Alonso, un hacker -experto en seguridad informática- con una gran reputación nacional e internacional y que trabajara para Telefónica. Y es que, por ahora, no hay trajes que garanticen la eficacia o decencia, si no miren al PP de Valencia o al PSOE de Andalucía.