Sí, el presidente dimitió por la tarde. Richard Nixon, claro. Fue el 8 de agosto del 74 tras reconocer que encubrió los hechos relacionados con la entrada en la oficina demócrata la noche del 17 de junio del 72 en la que cinco tipos fueron detenidos. El mandamás del país más poderoso tuvo que apearse del cargo por engañar a media humanidad y el 1 de octubre arrancó el juicio a siete ex colaboradores suyos que resultaron condenados. La nación asistía absorta a la sucesión de episodios. El 13 de octubre, en plena sacudida, Sinatra ofreció un concierto con el que habría completado tres Madison Square Garden. En un recinto reservado a grandes campeones, Frank era el rey de la jungla. Para el que tenga dudas, un conglomerado a base de Bertín, Raphael y Julio Iglesias no dan para componer dos páginas de su agotadora leyenda. Aunque el galán era todo menos un santo, ese día, con la tensión que se mascaba, tiró de patriotismo a reventar.

Una bandera enorme proyectada sobre las gradas acompañó la interpetración de The house i live in: «¿Qué es América para mí?/¿Un nombre un mapa o una bandera que yo veo?/¿Una cierta palabra, democracia?/¿Qué es América para mí?». Pero fue en el preámbulo de la misma cuando soltó la tralla que quería. Tras recordar que su país es tela porque, siendo su padre extranjero se aseguró de que naciese en él dado que era una tierra de sueños, agregó: «La siguiente canción es especial ya que habla de este grande, maravilloso e imperfecto país en el que vivimos. Digo imperfecto porque, de ser perfecto, no tendría gracia intentar arreglarlo. Intentar que todo el mundo tenga un trato justo. Intentar que funcione mejor».

Parece imposible que pensase también en Rajoy pero, dada la lista de contactos de ambos, yo no pondría la mano en el fuego.