El famoso comité federal del pesoe coincide con el cumple del rey, tres días antes de que Sánchez disponga de una nueva audiencia. No sería de extrañar que, después de apagar las velas, el marido de Letizia se enfunde los vaqueros, se pegue una vuelta por el cónclave de la rosa y les diga: «Por lo que más queráis... que si me trago otra ronda en balde, la gente va a pensar que soy de prácticas». Si no fuera porque es como parece que están todos, la situación creada resultaría fascinante y lo que sucede, sin embargo, cautivar no es que cautive demasiado.

Qué tenemos, a ver. La nomenkaltura a la que tantas veces hemos estado encomendados, desde Felipe hasta el dúo Bono&Zaplana, quiere que el conjunto „es un decir„ fundado por el tipógrafo sindicalista dé un paso al lado y, dentro de un acuerdo marco de reformas venideras, permita tomar el timón al pepé con Ciudadanos.

Pero, claro, igual que el otrora secretario general nacido de Suresnes no quiere ver a Podemos ni en pintura, ¿dónde va Rivera de la mano de este pepé aparte de al desolladero? Así las cosas, la alternativa con más fuerza es la que primero se vislumbró en el horizonte al instante de cerrar el escrutinio: votar de nuevo. Nada más decirlo, duele.

Incluso para el Pablo Iglesias vivo „menos de lo que él se cree„ es la opción que más tilín le hacía desde el principio, pero al ver a Ada Colau hablar de fundar un nuevo partido, lo contenta que tiene a Mónica Oltra y las reacciones que se gasta cuando le devuelven las gracietas, resulta que la formación emergente también disfruta ya de su propia dosis de desgaste.

Ante semejante panorama, el monarca, cuyo destino anduvo tan en solfa que Rubalcaba retrasó la jubilación para garantizar la cosa sucesoria, debe estar pensando ahora: «A ver si voy a consagrame y me quedo sin partidos».