En el 2016, entre otras muchas cosas, celebramos el centenario del nacimiento de Camilo José Cela, para mí un autor imprescindible en la literatura española del siglo XX. Siempre digo que en vez de haberle dado un Premio Nobel deberían haberle concedido tres: uno por La familia de Pascual Duarte, otro por La Colmena y un tercero por el Viaje a La Alcarria. Aunque también reconozco que, en lo personal, dejó mucho que desear. No sé si será cierta esa definición que se atribuye a Pérez-Reverte: «En Cela se da la paradoja de ser a la vez un grandísimo escritor y un perfecto hijo de puta». Lo cierto es que a la par de su admirable obra, don Camilo supo edificar un personaje que no deja a nadie indiferente.