Una vez que ha pasado la resaca del bebé de Carolina Bescansa y el espéctaculo que se montó en torno a su llegada al Congreso de los Diputados, se puede extraer una conclusión que para todo el mundo ha pasado inadvertida, pero que con la reflexión en frío se torna espeluznante. Sobre todo, para las personas que creen que hay ciertos sectores de la población a los que no se les presta la atención suficiente.

El gesto de la diputada podemita no sólo ha puesto en el ojo del huracán la gran mentira que es hoy en día la conciliación de la vida laboral y familiar en España y la falta de guarderías públicas con precios asequibles para la nueva economía doméstica que ha traído la reforma laboral de Rajoy (sueldos de 800 euros por ocho horas de trabajo, si se llega a esa cantidad). Ha dejado al descubierto que hay muchas familias con mayores dependientes que no saben cómo atenderlos sin descuidar su trabajo y sus familias.

Y no por las declaraciones que se han hecho al respecto, sino gracias al trabajo de investigación que ha llevado a cabo una periodista. Esta profesional se plantó en la guardería del Congreso de los Diputados para ver cuántos niños y bebés de otros congresistas asistían a la tan nombrada guardería de lujo del edificio de los leones. Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que en esta guardería no había ningún niño ni ningún bebé. Las trabajadoras del centro le explicaron que ahora atienden a personas mayores, familiares de los diputados que necesitan que les apoyen con sus ancianos dependientes. Es decir, mostraron una radiografía clara de este país: menos nacimientos y más personas mayores que necesitan ayuda. Sin embargo, esos mismos diputados que saben que una familia por sí sola no se basta para atender a sus dependientes poco han hecho por aumentar los fondos para los ancianos o dependientes. Es más, cada vez han aprobado más recortes. Con echar un vistazo a cómo está actualmente la Ley de Dependencia, y cómo arrancó, uno se puede hacer una idea. Son las paradojas de la política.

Aquí en Murcia parece que también han llegado las vacas flacas a los centros de día del Ayuntamiento. La concejalía que dirige Conchita Ruiz ha metido la tijera y ha dejado sin 200.000 euros el nuevo contrato de funcionamiento de estos complejos, que se resolverá en las próximas semanas si la oposición no logra darle la vuelta. La Comunidad Autónoma, del mismo partido que el Gobierno local, ya ha lo explicado: ha sido la Administración municipal la que ha recortado y no el ejecutivo regional. Nadie sabe a dónde ha ido a parar el dinero recortado ni cuál es el objetivo de las políticas de atención a dependientes en esta nueva etapa.

Además del perjuicio que se causa a la propia persona a la que se le recorta el servicio, el daño colateral va en contra, sobre todo, de las mujeres, que son las que tradicionalmente han atendido en sus familias a los dependientes y a los niños y que, hoy día, aún siguen siendo la columna vertebral del cuidado de mayores y menores. Lo que sí está claro es que los mayores dependientes siguen siendo una asignatura pendiente en este país. Por nadie pase.