Concluido el ciclo de Navidad comienza el Carnaval en la disección que el antropólogo Caro Baroja hizo en su día del calendario festivo. Paralelamente discurre este nuevo ciclo en dos líneas diferentes y complementarias: la ortodoxa, vigilada y animada por la religión, y la profana, en la que el pueblo expresó tradicionalmente sus sentimientos en un rico y variado discurrir por el tiempo.

La Iglesia local de Cartagena, como el resto de la Iglesia Católica, celebró hasta 1970 (en que entraron en vigor ciertas reformas promovidas por el Concilio Vaticano II), las dominicas de septuagésima, sexagésima y quincuagésima previas al Miércoles de Ceniza y, por tanto, al comienzo de la Cuaresma. Era éste un período de preparación que comenzaba nueve semanas antes de la Pascua y que celebraban también las religiones luterana y anglicana, las cuales se sumaron a su eliminación cuando lo hizo la católica en el citado año 1970. El pueblo, para mitigar los largos rigores previos y propiamente cuaresmales, inventó la fiesta del 'jueves lardero' y el carnaval entre las dominicas mencionadas y la Cuaresma propiamente dicha, e incluso aprovechando el denominado 'Domingo de Letare', en la recta final de aquélla, celebró el 'romper la cuaresma' de muy diversas maneras como veremos a continuación en el único lugar donde esta costumbre permanece en la Región: Abarán.

Septuagésima puede caer entre el 18 de enero y el 22 de febrero, según la fecha que determina todo el calendario religioso anual: la Pascua (el domingo siguiente a la luna llena de primavera). Al final de las tres dominicas mencionadas, sitúa el pueblo el 'jueves lardero', fecha en que da comienzo el carnaval y que tiene carácter estrictamente gastronómico. No conozco la celebración del jueves lardero en ningún lugar de la Región de Murcia, si bien es importante fecha en el calendario festivo español. En Albacete se le denomina 'Día de la Mona'. En el Bajo Aragón 'Día de la tortilla' o 'del Choricer', y 'jueves merendero' en Salamanca. Es siempre jornada de salida al campo en plan comunal y de degustación de alimentos típicos cuya etimología procede del latín 'lardarius' que, en román paladino, significa 'tocinero'. Al jueves lardero siguen los tres días de Carnaval y, a ellos, y tras el Miércoles de Ceniza, la 'Dominica carnis privium'.

Tanto el Carnaval como el domingo siguiente al mismo, ya en los comienzos de la Cuaresma, todo alude a la supresión de la carne en la alimentación de grupo social. Las fechas de Carnestolendas son de desenfado y desenfreno, y concluyen en la 'Noche del Reventón' celebrada en los pueblos de la Comarca del Noroeste de la Región, y también en Cieza y Jumilla con el consumo de 'tortas fritas' a la hora de cenar, que preparan los cuerpos ante las austeridades y privaciones propias del tiempo que sigue al Miércoles de Ceniza.

La templanza cuaresmal tiene un breve receso al comenzar su tramo final, en el 'Domingo de Letare', en que la Iglesia Católica trueca en su liturgia los ornamentos morados usado desde Septuagésima por el rosa en señal de alivio; mientras que el pueblo se permite licencias en el comportamiento social impensables tiempo atrás y mucho menos durante la ya próxima Semana Santa.

Sólo en Abarán hay manifestaciones lúdicas de tipo burlesco durante la citada 'Dominica de Letare' (tercer domingo de Cuaresma). En los balcones de muchos hogares (antes más que ahora), se colgaban hasta hace pocos años muñecos de trapo que criticaban aspectos de la vida política y social de la localidad, en costumbre de origen incierto en el tiempo, que en los últimos años ha languidecido hasta casi desaparecer y ello por desconocerse por parte del grupo social que la practica, el sentido de dicha costumbre, que en la localidad del Valle de Ricote se denomina 'Romper la Cuaresma'.

Lo que comenzó en invierno con la Septuagésima (este año hoy 24 de enero), concluye tras la luna llena de primavera con la celebración de la Pascua de Resurrección, punto de partida en el calendario cristiano anual, tan rico en tradiciones y costumbres enraizadas en tiempos remotos, cuya terminología ha derivado en la actualidad hasta niveles de vulgar denominación sin base alguna de tipo histórico.