Anda por ahí, mi querido amigo y presidente de la Cámara de Comercio, Miguel Martínez, pidiendo cuartos a las empresas para sostener la institución, a pesar de que la misma tiene buenos dineros a plazo fijo, vamos, que tiene mas que muchas empresas de las que aportan las pelas.

La experiencia de éste miembro de la misma, vocal aburrido y única oposición dentro de ella, para más señas, es que aquello es calificable de muchas cosas menos de representar los intereses de toda la ciudad, pero no por nada, sino porque aquello siempre estuvo, aparentemente, al servicio de unos pocos y no parece que haya cambiado mucho. Al principio asistí con ilusión pensando que podría colaborar para mejorar la ciudad, sus empresas, comercios y gentes, pero ya desde el primer día comprobé que no sería posible.

La Cámara de Comercio se compone de un pleno y una Junta Ejecutiva o Directiva, para que me entiendan, compuesta de unos cuantos que mandan y algún relleno. Bueno, pues ahí se cuece el pescao que nos comemos en el Pleno de la Cámara sin rechistar, porque aunque lo hagas, no sirve de ná.

Un servidor dejó de asistir a los plenos para no tener que ser siempre el miembro discordante ante los pescaos vendíos que allí se llevaban. Un presidente anodino y aburrido contando sus gestiones y cualquier tema polémico ya pactado de antemano. Reconozco que la opción de relleno inservible no me cautivó, sin perjuicio del digno trabajo realizado por los demás componentes de la Cámara.

Aconsejé al presidente en la trastienda de cuanto entendí que podría perjudicar el futuro de la Cámara, aunque fuese legal, y siempre me dio la razón en la cara, pero ni puto caso detrás. Nunca he sabido si por miedo a éste escribidor o por miedo a los otros, pero la impresión del cangui, siempre la he tenido.

El tiempo me ha dado la razón, y el presidente también, de que la Cámara de Comercio fue un cortijo al servicio de algunos y, al parecer, no termina de cambiar, al menos en cuanto al destino de parte de los cuartos que se recaudan, aunque sea legal.

No digo yo que deba desaparecer e integrarse en la de Murcia, porque una ciudad con puerto de mar es la que debe ostentar el liderazgo cameral y no hacer como la COEC de Pedro Pablo que encima le paga tributos a la CROEM de Albarracín; pero lo cierto es que tal y como está concebida y estructurada, es la Cámara de unos pocos al servicio de unas obligaciones económicas contraídas de manera caciquil que la están ahogando.

Claro que todo se pudo solucionar, pero predominó el criterio del grupo minoritario en cuestión sobre el que defendía este vocal. El presidente Martínez, le rezaba a los dos santos, pero obedecía al más fuerte? Casi es de entender sabiendo como es él?, pero no cuando los cuartos que se juegan no son los suyos.

La Cámara de Comercio, doy fe, está representada sin excepciones por extraordinarios empresarios comprometidos con Cartagena, de incuestionable honradez, pero no deja de ser el reflejo de lo que ven ustedes por fuera, una fachada de mármol frío, que mayormente sirve para?, mejor no lo digo. Por algo sería que Zapatero le quitó la obligación de pagar el impuesto revolucionario cameral a todos los empresarios pequeños y medianos. ¡Viva ZP! -Quien me iba a decir que diría esto-.

Ahora Miguel Martínez busca voluntarios que aporten dineros para que la Cámara siga abierta, pues, como dice mi amigo Paco, el que quiera o necesite la Cámara que la pague, porque pedirle dinero a los que no la necesitan, para pagar dádivas y privilegios a perpetuidad que nadie sabe porqué se concedieron, no parece que sea propio, aunque respetable, de una persona tan digna como el presidente. A éste escribidor le daría vergüenza pedir dinero para pagar 'alegrías y obligaciones' que hoy son ajenas a la Cámara, pero comprometidas de por vida.

¿Cómo?? Sí, claro que el presidente sabe a qué bolsillo van a ir parte de los cuartos que pide y que salen del sudor de algunos empresarios?, ¡al que nunca debieron ir! ¡Ay!, que gusto les dio a algunos ser generosos con los cuartos que no eran suyos.

Así que ahora, ¡por favor!, señores empresarios, sean caritativos y, además de echar algo en las huchas de Cruz Roja y Cáritas, echen también algunas monedas, mejor billetes y grandes, en la hucha que lleva en la mano Miguel Martínez por esas empresas de Cartagena. ¡Ah!, aviso, no pone pegatinas en la solapa?, todo un fallo, Miguel.

¿Qué...? No, a éste servidor no le han pasado la hucha..., ¿por qué será?