En este rincón, normalmente, no trato de asuntos deportivos, pero como esta sección es un tanto heterodoxa, hace un tiempo creo que fue en 2013 me permití escribir un artículo con el título Real Murcia, más que un negocio. Ha pasado mucho tiempo y, miren por donde, ese artículo podría escribirlo hoy y estaría plenamente vigente. Entonces ponía en cuestión la gestión de la familia Samper en relación el equipo más representativo de esta tierra y, lamentablemente, el tiempo me ha venido a dar razón.

Hace unos días, coincidí en GTM TV con Guillermo Martínez-Abarca, el prestigioso abogado laboralista murciano que anda de aquí para allá intentando sacar a su querido Real Murcia de la estacada en la que se encuentra, tras el fallecimiento de su anterior dueño, Jesús Samper. El hasta hace unas fechas vicepresidente del club grana ha pasado a presidir el nuevo consejo de administración del equipo de la capital que deberá encargarse de la gestión hasta la llegada de un nuevo propietario, ya que, como se sabe, la familia de Jesús Samper, fallecido el pasado 18 de diciembre, renunció a sus cargos. Y han dejado al Real Murcia en la estacada más absoluta, tan es así que aquí tenemos al bueno de Martínez-Abarca intentando ir trampeando con lo que entra en la caja para ir pagando a los jugadores y a los empleados, como puede, porque por encima de todo, lo que pretende es que el difícil momento que está viviendo la entidad no afecte a la marcha del equipo y los jugadores puedan continuar con la magnifica campaña deportiva que están desarrollando, que les lleva a encabezar el grupo cuarto de la Segunda División B. Una categoría que no corresponde a una ciudad como ésta ni a una afición como la del Real Murcia, pero ahí está, en esa categoría, si bien con perspectivas de ascenso a la Segunda División A.

La familia Samper llegó a Murcia como el maná; como el maná para ellos, vamos, porque junto al negocio de Nueva Condomina se atisbaban algunos más como, por ejemplo, ese fallido Parque Paramount de Alhama de Murcia tampoco lo vi claro, una que es una descreída que pondría la Región a la cabeza del mundo mundial en eso de lo lúdico. Vamos, Europa entera estaba esperando que se pusiera en marcha para venir a gastarse los euros aquí. Y como lo de la Paramount, pues ya saben a los tres años de instalar las banderolas y la parafernalia de la primera piedra, Samper pedía una prórroga a la UE porque no encontraba inversores, y como lo del futbol es menos negocio en la Segunda B porque los derechos de televisión brillan por su ausencia, los herederos del fallecido Samper han dicho que nones, que verdes las han segado, y todo aquello que se pueda imaginar. Y aquí tenemos a un grupo de valientes murcianos al final cuando tenemos un problema gordo la familia es la que está con nosotrosdispuestos a partirse el alma por ese equipo que malvive económicamente esperando que aparezca el comprador que lo saque de las penurias.

Y mientras que eso llega, ahí está Guillermo Martínez-Abarca, intentando ir de medio de comunicación a medio de comunicación para ver si consigue despertar conciencias entre los ricos de esta tierra, que los hay y muchos, y a los que se les llena la boca de eso que algunos llaman murcianía, pero que, a la hora de decidir hacer algo por esta tierra que tanto les ha dado a ellos, ya se lo piensan un poco más porque, aunque son murcianos, 'la pela es la pela' y a ti te encontré en la calle.

¿Saben? A mí me gustaría que Martínez-Abarca tuviese suerte en ese peregrinar que se ha impuesto para salvar al Real Murcia. Y me gustaría porque, como escribí en aquel otro artículo parafraseando a Bill Shankly quien fuera mítico entrenador del Liverpool el Murcia no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso.