Llevamos ya unos meses en los que se critica que una persona barra para casa y defienda lo suyo. Si pedimos mejoras sanitarias, parece que estamos llamando a la sublevación; si queremos que la alta velocidad llegue cuanto antes a nuestra ciudad, aseguran que es porque queremos dividir la Región; si acordamos con municipios cercanos mancomunar servicios para ahorrarnos un dinero, nos tachan de querer anexionarnos territorios... Que digo yo, ¿no es loable, y hasta sano, que cada uno saque pecho de lo suyo? Les diré algo. El cocido es madrileño, pero como el de mi madre, no hay ninguno; al igual que son únicos el arroz con leche que hacía mi yaya, las lentejas que se marca mi pareja, los guisos de mi suegra o la merluza al horno que me otorgo cada vez que veo un programa culinario en la tele y me da la vena creativa. Pero eso no quiere decir que odie o me salga urticaria si me como las pelotas de mi cuñada, que vive a 50 kilómetros de Cartagena y que las hace de muerte. Creo que si todos borráramos de nuestra mente la procedencia de cada uno -al fin y al cabo a todos nos une una Región-, se conseguirían más avances.