Que en pleno siglo XXI y en un país como Estados Unidos haya niños practicando su puntería con pistolas y rifles, hasta en parques, es una imagen habitual. En Dakota del Sur se conceden permisos de armas incluso a invidentes. En colegios e institutos cada semana se producen decenas de incidentes con balas de por medio, algunos tan conocidos por sus nefastas consecuencias como la matanza de Columbine (se produjo el 20 de abril de 1999 y murieron 15 personas y 24 resultaron heridas). La Asociación del Rifle, presidida hasta 2003 por el actor Charlton Heston, llegó a plantear la obligatoriedad de que agentes armados hagan guardia en los centros educativos. Pues, pese a todas estas atrocidades, sólo las lágrimas de su presidente, Barack Obama, al presentar una ley para controlar la venta de pistolas y rifles, han hecho que la sociedad reaccione y casi un 30 por ciento de los americanos (el doble que hace un año) crean «recomendables» los controles obligatorios

de antecedentes penales en las armerías. Algo falla.