Un tipo pasea a dos perros justo debajo de la ventana de mi casa. Puedo verle desde aquí. Hace frío, ya saben, pero hoy hace sol. Uno de los perros hace sus necesidades en plena acera, y el hombre, ducho, desenvuelve la bolsa que lleva anudada en la muñeca y recoge los deshechos. Ha sido como si el sol centrara sus rayos sobre la escena, con motas de polvo que brillaban, y entonces he creído en pactos, alianzas y gobiernos estables. Por un segundo he creído en el futuro y en que la estadística está para romper estereotipos. Ya no somos marranos. Que me fijo en un tipo en esa situación, cuando cree que nadie le ve, en uno, y el tipo recoge la mierda. Uno de uno. Va a ser un buen día€ pienso incluso en poner música para empezar a escribir el artículo y noto que los temas van a fluir€

Pero el tipo termina de recoger y sigue su marcha calle abajo. A los diez pasos, todavía en mi ángulo de visión y mientras ya empezaba a sonar Bowie en mis cascos, coge el excremento y lo lanza con un gancho perfecto a lo Abdoul Jabbar por encima de la valla metálica, al solar que hay al lado. No. No sólo lanza la mierda. Lanza la mierda dentro de la bolsa y se marcha tranquilo jugueteando con sus canes. Y entonces, en ese microsegundo, tras esa demostración de cómo es la vida hasta en estos detallicos, todo ha cambiado. Lo primero, el artículo que usted lee hoy, que no iba a ser este€ la canción de Bowie se convirtió en tecleo furtivo, el día se envalentonó con viento helado, y el acercamiento a la idealizada sociedad finlandesa de sábado por la mañana volvió a ser una quimera del buenismo.

A esta altura el tipo ha vuelto a pasar, tranquilo, en dirección contraria. He parado de escribir y le he seguido con la mirada. He pensado en interactuar con él, y decirle que si pensaba recoger la bolsa con mierda que ha tirado al solar, pero no lo he hecho. Lo hice una vez y ya me respondieron que no era cosa suya, que lo hace todo el mundo, y que me ocupara de mis asuntos, y no me ha dado tiempo a reaccionar. Como si mis asuntos no fueran encontrarme el portal de mi casa inundado de cagarrutas día sí y día también. Han pasado en este rato cinco personas más con perros paseando. Seguro que son mayoría quienes recogen y depositan lo recogido en la basura. Pero los que no€ siguen siendo muchos. Demasiados€ y si encima hay quienes hacen doblete, échale ñoras. «Si me gusta la campaña No seas marrano? Claro que me gusta.

Voy a poner un póster en mi calle mañana mismo. Tuitearé foto. Hay que empeñarse en vencer a los marranos.

Vale.