Son unos linces. El ministerio de Defensa de Inglaterra predice que Murcia será, en 2035, una zona de conflicto en Europa por la escasez de agua. Llevamos tropecientos años así y la Reina Madre nos augura otros tantos, condenando las portadas de nuestra actualidad diaria el agua que no tenemos. Sea por el memorándum aprobado con gran regocijo por nuestros próceres, que eleva las reservas hasta impedir el trasvase; o por el delirium que provoca el temita del agua en la España del Norte nos dibujan un futuro como la mojama. Hasta tal punto que, al modo del viejo Oeste, este Este, que es el nuestro, dilucidará bajo el sol su sed física y de justicia. A garrotazos terminamos, hundidos entre la arena del desierto para buscar agua mientras el resto de europeos sólo mantendrá en su recuerdo nuestras frutas y hortalizas.

Los amigos de COAG poco tienen que ver con los hijos de la Gran Bretaña y no me refiero a que tengan rastas o desprecien la majestuosa peluca de los lores, pero ya vienen advirtiendo que el principal problema de nuestra Región es el avance de la desertificación. Prueba de que es el quid de la cuestión es que no aparece en ningún programa electoral ni de Gobierno. Un desierto que cabalga azuzado por el cambio climático, la despoblación del medio rural y, en un totum revolotum, la escasez hídrica. Sí Mel. Mel Gibson. El problema no va estar, como relata Mad Max, en Australia y con el petróleo, que ahora hay a raudales y a un precio inferior que el que pagan nuestros regantes por el oro líquido. El mogollón estará aquí en Murcia, con las tribus luchando por sobrevivir entre las dunas, con un lorenzo hiriente y sin una gota siquiera de sudor. Sin posibilidad de escapatoria en una vuelta a la antigüedad a la que nos conduce el llamado progreso y convirtiéndonos, a nivel continental, en una bomba de relojería que ríete tu del coreano Kim Jog-un.