Lo que la mayoría de los ciudadanos españoles ya sospechábamos desde hace tiempo, ahora por fin se ha confirmado. Resulta que eso de que «Hacienda somos todos» es sólo un decir, una forma de hablar, un mero eslogan?; simple publicidad. Eso es lo que ha afirmado sin ruborizarse la Abogacía del Estado en el caso Nóos, representada por la letrada Dolores Ripoll. Durante la primera sesión del juicio por el caso Noos, Dolores Ripoll defendió con vehemencia la aplicación a la infanta Cristina de Borbón de la denominada 'doctrina Botín'. Para que a la infanta Cristina pueda aplicársele la doctrina Botín debe entenderse que el perjudicado por su presunto delito fiscal contra la Hacienda pública es única y exclusivamente el erario público, y no la sociedad en general. Este aspecto es especialmente relevante y significativo. Según la Abogacía del Estado, en un Estado de Derecho, en los perjuicios contra el erario público, el monopolio de la función acusadora corresponde única y exclusivamente a la Abogacía del Estado. Es decir, ni usted ni yo ni Manos Limpias puede acusar a la infanta por delito fiscal, porque sólo puede hacerlo la Abogacía del Estado. El problema es que en este asunto no quiere hacerlo.

Hace ya varios meses, allá por el mes de octubre, pudimos ver por televisión un anuncio del ministerio de Hacienda en el que una persona que no pagaba el IVA era censurada por otra que le decía que por culpa de la gente que no pagaba el IVA no podían hacerse hospitales o carreteras. Sin duda, todo muy hermoso y cívico. Sin embargo, si eso es sólo publicidad está bien que los españoles lo sepamos, porque así sabremos que cada vez que defraudemos a Hacienda no estamos defraudando a nuestros conciudadanos, sino a un ente abstracto con nombre de retrete llamado erario público. Así dormiremos mucho más tranquilos cada vez que vayamos a un comercio, a un bar, a una tienda o a un taller y pidamos que a poder ser nos cobren sin IVA.

El peligro de afirmar como lo ha hecho esta letrada que «Hacienda somos todos» es sólo un eslogan publicitario es muy grave. Y es muy grave porque es absolutamente falso. Hacienda somos todos, y quien roba, falsea, desvía, prevarica, malversa y se forra con dinero de los españoles debería poder ser acusado no sólo por la Abogacía del Estado sino por cualquier ciudadano español. Lo que se estafa, lo que se malversa, lo que se roba es dinero que deja de invertirse, lo cual nos perjudica a todos, porque la falta de inversión en algunos casos puede conducir incluso a la propia muerte.

No podemos obviar que todo el dinero robado en tantos y tantos casos de corrupción que padecemos en España es esa carretera mal asfaltada que puede provocar un accidente mortal; es esa falta de camas en un hospital donde nuestro abuelo está abandonado en un pasillo; es esa ambulancia que deja de prestar servicio en un pequeño pueblo de personas mayores que durante toda su vida han pagado a Hacienda; es esa lista de espera en la Seguridad Social para ser operado; es esa falta de investigación para curar la enfermedad de nuestro primo: lo que ahora mismo alguien está desviando desde su despacho a una cuenta en Suiza es lo que algún día quizá podría matarnos.