Tras el 20D, Ciudadanos ha sufrido aparente un apagón. Al quedar en terreno de nadie, fuera de las composiciones aritméticas más previsibles, el emergente parece sumergido.

Ha pasado de cero a cuarenta diputados y transmite la impresión de que hubiera ocurrido a la inversa. La repetición de las elecciones, asegura la mayoría de analistas, podría llevárselo por delante a cuenta del voto útil a favor del PP. De momento, es el único partido que ha hecho autocrítica „contenida y de rondón, eso sí„ frente a la euforia triunfalista del resto, incluido en un primer momento, por increible que parezca, el PSOE.

¿Influirá este desconcierto psicológico que parece afectar a Ciudadanos en el ámbito nacional al ´momento dulce´ que este nuevo partido goza en la Región de Murcia? Hay que recordar que en esta Comunidad es el eje de la estabilidad política y que tras las autonómicas ejerce el papel protagonista a pesar de ser el cuarto partido en representación. Y hasta ahora ha debido hacerlo muy bien, pues a los pocos meses de tomar asiento ha sido premiado en las elecciones generales con un subidón que lo ha situado como segunda fuerza política en las grandes ciudades de la Región con una conquista de escaños pareja a la de los socialistas, aunque todavía con menor porcentaje de sufragios en el conjunto del territorio.

El indudable éxito electoral de Ciudadanos en la Región hay que atribuirlo, junto al tirón general de la marca y de su líder nacional, a que sus dirigentes y representantes públicos han hecho los deberes más que cumplidamente y han presentado en el arranque de la legislatura autonómica y de los mandatos municipales „en este último marco, con la excepción local de Molina de Segura„ una imagen de coherencia y de fortaleza insólitas en un partido aún no estructurado y temeroso de equivocar sus estrategias.

Si en España, desde el 20D, el PSOE es objeto de las más diversas y potentes presiones, desde el pasado mayo, en Murcia, es Ciudadanos el que se sitúa en el punto donde convergen todas las lanzas.

Desde la derecha y desde la izquierda. Desde los poderes fácticos y el Gobierno hasta los más diversificados lobbys. Todo el mundo tiene una opinión y cree disponer de alguna manera de influir para tratar de convertirla en acción en lo que se refiere a lo que ha de hacer Ciudadanos en cada momento.

Parece sorprendente que un grupo tan heterogéneo de personalidades „recién estrenadas en la ´alta política´ por lo demás„ como el que conforma el Grupo Parlamentario de Ciudadanos haya sido capaz, hasta ahora, de trazar una andadura que le ha permitido no desviarse de sus compromisos a la vez que hace ejercicio de colaboración con el Gobierno en aquello que firmó con éste en el pacto de investidura y de convertirse en oposición radical en las cuestiones en que detecta incumplimientos.

Para mantener esa coherencia, Ciudadanos ha de soslayar, digo, presiones como la de involucrar al conjunto del infinito sector funcionarial y su derecho al cobro de porcentajes atrasados de sus recortadas extras a causa del retraso en la aprobación de los presupuestos, para lo que Ciudadanos exige el Gobierno que cumpla lo firmado en el capítulo de regeneración política, uno de los elementos básicos que justifican la aparición de las nuevas fuerzas políticas. Transigir, aunque fuera lo mínimo, en estas cuestiones supondría suspender definitivamente la esperanza de un cambio real en la manera de hacer política.

Ciudadanos tiene que lidiar también contra la fabricación de la imagen del Tripartito, que ese grupo conformaría con las dos fuerzas referenciales de la izquierda con representación institucional, PSOE y Podemos.

Pero el matiz consiste en que las coincidencias se producen en lo referente a las reformas de las oxidadas y tramposas reglas de juego y en las medidas de investigación y prevención de la corrupción. Si hay alguna inquietud por esa coincidencia tripartita es que no lo sea cuatripartita.

Por otro lado, quienes desde el PP critican esa convergencia aplauden a la vez la más asombrosa del PSOE con el gobierno municipal de la capital murciana, que ha permitido la aprobación de los presupuestos sin que sean perceptibles contrapartidas identificables de gran calado.

La inexperiencia y la endeblez de los dirigentes territoriales es una de las anotaciones de la ´autocrítica´ difundida por Ciudadanos para justificar los problemas de desenfoque en su campaña del 20D.

Este es otro estigma con el que han de apechar los líderes de ese partido en Murcia, y se ha estrujado hasta lo imposible la singularidad del líder autonómico, Miguel Sánchez. Sin embargo, nadie diría que, frente a todo prejuicio sobre supuestas convenciones inamovibles, el impacto de la política de Ciudadanos en la Región no esté teniendo rédito, tanto político como electoral. Por tanto, si sus líderes son bisoños tal vez debieran insistir en esa línea a la vista del juego que dan.